martes, 25 de junio de 2013

Solo el sol




Fotografía de José Antonio Alba

Lentamente se aproxima

y roza ya la línea del horizonte,

el sol, que coquetea con un pequeño monte

y reclama lo que es suyo

vertiendo su última y mágica luz

sobre espléndidos campos.

Campos verdes

y viñas que guardan la sangre de esta tierra,

el fuego también os desea

separando claramente

el brillante trigo, el olivo, el maizal

del cielo gris, cuajado de nubes,

como quien distingue los hemisferios,

el sístole y el diástole

donde late el mundo.



El sol reclama sus raíces

y recorriendo el cielo, clama al suelo,

como un fruto arrancado del árbol

o una hoja seca que, atrapada en el viento,

no consigue terminar de morir.

El atardecer es la frontera.

El sol quiere vivir en la tierra

y estos cielos, formados con retazos de noche,

ya tendrán su luna

y serán felices.

Yo también quisiera ser feliz

o ser el sístole que luce creciente

al reclamar su diástole.

Pero solo el sol sabe brillar

si reclama lo que es suyo;

sobre estas tierras peladas de cierzo,

solo el sol

sabe acertar.


Paul Carrack canta al sol: Sunny
Este poema fue incluido en la gala benéfica para Iker Pérez celebrada en el Palacio de Congresos de Jaca el pasado viernes. Con poemas, música y teatro se representaron los 5 elementos: Tierra, Madera, Agua, Fuego, Metal. Gracias a todos los que estuvisteis e hicisteis posible este bonito acto.

miércoles, 12 de junio de 2013

Un día como hoy



Y mi mirada sucumbe
ante el poder de las prisas
y la alimaña urbana,
mas en mis pupilas descansa
el secreto de los bosques

(Fran Picón, en "El secreto de los bosques" 
del poemario "Frunces en la rima")
Un día como hoy
los reptiles urbanos sacan a pasear
sus tiburones,
annegando las aceras
y mordiendo frutos vagabundos
en el árbol maduro de la humanidad.

A todos nos espera el suelo.

Yo suelo 
pasar desapercibido
si las alimañas urbanas
me observan con ojos de pez, sedientos de sangre,
mientras cargo mis maletas
y salgo a trabajar, sediento de hambre,
un domingo cualquiera.
Yo quiero pisar las aceras, casi sin rozarlas,
necesito caminar sin ser visto,
ser el cómplice de la sombra,
por esta ciudad 
tan alejada del bosque
y de ti.

Pero, en un día como hoy,
también suena el teléfono
que hoy, conmigo, ha sido un dios benévolo
y me ha traído tu voz,
que calma y limpia,  
porta la luz.

Y en el bosque de tu voz,
sin prisas,
necesito ser, de nuevo,
la pausa
o el animal que humedece entre tus piernas
tus sentidos.
Deseo verte fumar y fumarte,
desde tu vientre,
comerte por dentro.
Así, tus palabras, serían el sol,
y yo podría escribir 
una noche, en el bosque, contigo
para olvidar que allí abajo
para siempre nos espera el suelo.


lunes, 3 de junio de 2013

Nace "La ciudad desnuda"

Ilustración para La ciudad desnuda, de Elena Martín Pérez

El próximo jueves 6 de junio presentaremos en Zaragoza, en Pasaje A Marte (Avda. Madrid, pasaje situado junto a Casa Emilio), a las 19:30,  dos nuevas publicaciones de La Cordelería Ilustrada entre las cuales tengo el honor de estar incluído con la pequeña colección de poemas titulada La ciudad desnuda. También presentarán su nuevo trabajo los chicos de La Europa del aborígen 

Estoy encantado de formar parte de La cordelería ilustrada, literatura anti-crisis, literatura del pueblo, sencilla y grande, como se puede leer al comienzo de su blog. Cada ejemplar de esta colección se vende a 1 euro!!!! y los podremos encontrar en la Taberna Vinos Chueca (Casetas, Zaragoza), en el Bar el Imperdible (Remolinos, Zaragoza), en Arrebato Libros (C/ La Palma 21, Madrid) o enviando un correo electrónico a la dirección: victorguiu@gmail.com 

En La ciudad desnuda, podemos encontrar poemas como este o el que escribo a continuación:

Semáforos

Enigmática, como los rostros en las lápidas,
fría, marmórea, abandonada.
Tus ojos, en las sombras del portal,
extienden un paisaje inaccesible, inútil,
el cruce desierto
ante un semáforo en verde.

Semáforos.

Quisiera hoy desabrochar
todos tus semáforos.
Dejarlos, primero, en ámbar intermitente
y en tu parpadeo, perderme.
Arrancarte los cables 
y callar tu luz,
verde, 
roja, 
ámbar.

Semáforos en silencio
por toda la ciudad
como postes inútiles
que ya no guían
hasta tu guarida.
Cruces desiertos,
sombras despiertas
que no saben dónde marchar
y semáforos dormidos,
fundidos en negro.

Enigmáticos, tus ojos,
entre las sombras de un portal
me sitúan ante la encrucijada
que ya no rigen los semáforos.