martes, 31 de diciembre de 2013

Billy Wilder no engaña a nadie

Old New York (Fotografía de la revista Life)

Una ciudad en blanco y negro siempre es preferible. Si una ciudad en blanco y negro tiene luces de colores, todas las bombillas son blancas. Una ciudad en blanco y negro contiene una inmensa gama de grises diferentes donde es más fácil contemplar las sombras. De esta manera, es mucho más sencillo observar la verdad, las cosas auténticas, en una ciudad sin color.

Dentro de una habitación, en un apartamento de soltero, el ajetreo o la fiesta que es la gran ciudad, queda totalmente ajeno, como si fuera parte de otro decorado, un mundo irreal. Allí dentro, si somos espectadores, observamos cómo un hombre está haciendo pacientemente sus maletas y no desprovisto de cierta melancolía, se prepara para empezar su vida de nuevo, presumimos, que en algún lugar alejado, al otro lado del planeta. Allí tendrá la oportunidad de pasear de nuevo su soledad bajo un sombrero, conseguir un trabajo mediocre, como su vida y descansar, ver la televisión o dormir en su propia cama, se convertirán en los mayores lujos de la jornada. Acompañamos a ese hombre en su dedicada tarea de plegar camisas, guardar sus bártulos, regalar al vecino todo aquello que ya no puede utilizar. Y lo hacemos sin reparar en la pequeña cuestión de la fecha en que nos encontramos. Es fin de año. ¿Y qué es fin de año? ¿Qué es nochevieja? Tan solo una tonta imposición del calendario inventado, una excusa para emborracharse, reír sin motivo y aparentar una felicidad sin sentido. ¿Quién se equivoca? ¿El hombrecito que hace las maletas el 31 de diciembre o el borracho con gorrito y matasuegras que te felicita por pasar de año? Difícil decisión.

Y el hombre continúa su azarosa actividad. La cámara registra sus actos, perpleja, cuando abre un cajón y extrae una pistola. Parece que algo oscuro pasa por su mente. Queda pensativo, mirando el arma y seguidamente, la deposita dentro de una caja de cartón. Tranquilamente, saca una botella de champán de la nevera.

Al otro lado de la ciudad en blanco y negro, donde parece que transcurre distinta la vida, un restaurante lleno de luces y adornos de navidad, apaga sus luces. En la oscuridad, mientras suenan los primeros vítores y felicitaciones por el año nuevo, una mujer piensa en ese hombre solitario que, en ese preciso momento, puede estar atravesando un duro trance. Se encienden las luces. Ella ya no está en el restaurante.

La ciudad en blanco y negro se difumina detrás de una mujer que corre desesperada, casi despavorida, en busca del hombre abandonado. En un instante se conectan los dos mundos, la ciudad de fiesta y el triste apartamento. Ella entra en el edificio, sube corriendo. De dos en dos sus pasos devoran los peldaños de las escaleras. Pero cuando llega al piso donde aquel hombre estaba haciendo sus maletas, suena un disparo que desgarra la noche. Ella se detiene y el miedo se refleja en su rostro.


Hace unos días vi de nuevo El Apartamento, esta vez, junto a una persona que la veía por primera vez. Como todos, en ese momento de las escaleras, pensó que Jack Lemmon, o C.C. Baxter, se había pegado un tiro. Y Billy Wilder no engaña a nadie. Él nos ha mostrado, sin ningún tipo de tapujos, cómo Baxter guarda el arma en una caja y acto seguido, saca una botella de champán. Pero todos los espectadores tenemos en mente la historia del suicidio frustrado que Baxter confesó a la señorita Kubelik. Irremediablemente, todos pensamos que Baxter se ha pegado un tiro. Pero Billy Wilder no engaña a nadie. Simplemente, juega con la maldad humana.


Tenemos ya muchas ganas de dejar atrás el 2013 Creo que el 2014 se ha convertido en el año más nombrado antes de llegar a él. Para los que paséis por este lugar y a todos los amigos os deseo una noche estupenda y una entrada de año con el mejor pie posible. Mucha felicidad, mucha suerte y mucho cine para todos.




jueves, 19 de diciembre de 2013

Noches de Pabostría con Roberto Malo y Felices días

Fotografía realizada por el cuarto invitado en "Noches de Pabostría", David Salas


Efectivamente, nuestro invitado para la nueva sesión de Noches de Pabostría, fue nuestro amigo Roberto Malo. Pero esta vez, para ver el video, es necesario visitar el blog de Lucía: aquí Eso sí, para mi señora esposa, este ciclo se llama Cenas de Pabostría. Esto se debe a que lo culinario adquiere cierta importancia en este blog y por supuesto, en estas noches. Roberto nos leyó el poema Progreso, perteneciente a El último concierto de David Salas (Pregunta Ediciones)




Desde este rincón, nada más. Tan solo desear que pasen unos buenos días y que sean felices. A mí el 2013, como a tantos otros, me ha traído la crisis de primera mano. No obstante, debo decir que también este año me ha llegado el amor. Así que puedo ser un poco más pobre pero mucho más afortunado. Dicen que por algo se empieza. Espero que el 2014 nos traiga a todos un poco más de tranquilidad y algún que otro respiro. Para terminar les presento a nuestro "árbol literario" como símbolo de lo que antes se llamaba felicitación navideña
Árbol de Pabostría

SEAN FELICES

lunes, 16 de diciembre de 2013

Habitación 204



 
Fotografía de José María Sorando, tomada de su blog
En este día de lluvia y semana santa
nos ocultamos en las calles con la cofradía del Santo Secreto,
esa que formamos tú y yo, a solas,
entregados a la dulce pasión y a los placeres
que, día tras día,
nos convierten a la resurrección.

*

Lugares infinitos se extienden
ante nuestras pupilas de pájaro.
Paseos bajo la lluvia, cafés interminables,
palabras en los libros.
Tú, un Cosmopolitan suave.
Yo, tan pendiente del amanecer que me dibujas con cada gesto,
un Tequila Sunrise.
Jazz de fondo.
Besos junto a las gemas incrustadas de la Seo,
trabajo de orfebrería
y bajo las piedras desgastadas
nuestro amor que nunca se agota.

La lluvia no cesa
y en esta ciudad que recoge mis días
y me conoce,
sin embargo,
busco el escondite en la habitación 204
esperando descubrir nuestras cartas
para arrojar máscaras
al fuego vivo de nuestros cuerpos.

*

Nuestro enigma lo lleva en volandas
el milagro del cierzo
que borra mis cenizas
pero respeta nuestras huellas.
Este secreto vuela con el viento
y se oculta ahí abajo,
en la difusa ribera del río,
donde nacen poemas
como alas en la espalda de Ícaro,
donde nacen lágrimas como oportunidades
en los arrabales de mi ciudad,
este día de dulce lluvia, tambores lejanos
y sencilla habitación de hotel.

Este poema está incluido en Concierzo de viento (12 poemas + 1 vendaval) Quiero agradecer su asistencia a todos los amigos que estuivieron presentes en el Café Botánico de Zaragoza el pasado 28 de noviembre y en el Café literario El Ateneo de Jaca el día 29. Para todos los que no pudieron acudir aquí dejo un fragmento de la presentación en Zaragoza, un video que es obra de mi amigo Gabriel Peg, de PegFilms



 


jueves, 12 de diciembre de 2013

Noches de Pabostría con Miquel Zueras

Ilustración de Miquel Zueras
El pasado mes de noviembre nuestro amigo Miquel Zueras vino a visitarnos desde Barcelona. Tuvimos unos días de mucho cierzo pero nos abrigamos entre las viejas callejas de la ciudad y nos dejamos llevar por la consabida ruta de tapas que siempre acaba en el viejo Texas, probablemente el bar más auténtico del Tubo. Miquel vino con un regalo debajo del brazo, el dibujo que encabeza esta entrada y que, con orgullo, lucimos ahora en la pared de nuestro salón, recordando la tierra de Menorca y su famosa "pomada", ese cóctel típico que se toma para las fiestas de la isla. 

Pues bien, el amigo Miquel también se dejó convencer por las voces de Pabostría y aquí nos dejó su relato El diente:




EL DIENTE

Él y ella discutieron en la cocina. Cuando él se enojaba nunca la miraba directamente, ahora tenía la mirada fija en los pájaros imantados sobre la puerta de la nevera. Arrojó el periódico hacia la mesa forrada de hule. Algunas hojas sueltas volaron perezosas como peces raya. Ella contrajo las mandíbulas y le pareció que sus dientes se quebraban como si mascaran barras de tiza. Un diente se le cayó al suelo. Los dos notaron que habían perdido el control de la situación. Hubo un silencio largo, incómodo. Ella agarró un cuchillo. La potente luz del fluorescente iluminaba el filo con crudeza.  Se agachó y recogió el diente del suelo. Puso el diente sobre una tabla y con el cuchillo lo cortó en delgadas láminas. Chac, chac, chac. Echó el diente fileteado sobre los espaguetis. Les gustaba notar el sabor del ajo en la pasta. Hora de cenar. La tormenta había pasado.

 © Miquel Zueras

sábado, 7 de diciembre de 2013

Hablando con Fernando De Cea

Muchos de nosotros, blogueros incansables y cinéfilos, conocemos ya desde hace mucho tiempo a Fernando De Cea. Lo que ocurre es que nos resulta más familar bajo el seudónimo de Ethan Pues bien, Ethan o Fernando, publicó su primera novela titulada Puentes y sombras (Abec Editores) Sobre ella escribí una reseña en el medio digital Las esquinas del mundo La entrevista que sigue a continuación viene a complementar aquel artículo. Gracias Fernando por tu disposición a responder todas mis preguntas.

Fernando De Cea (Ethan)




Fernando De Cea es Capitán de fragata de la Armada, especialista en Armas Submarinas y diplomado en Estado Mayor. También es licenciado en Economía, con especialidad en Análisis Económico, profesor de la Universidad y crítico de Cine. Ha publicado artículos profesionales en revistas especializadas, reseñas y críticas de cine en prensa, revistas y medios digitales. Es el autor de El blog de Ethan y su primera novela se titula Puentes y sombras, editada por Abec Editores.

-Fernando, muy buenos días. Casi tengo la costumbre de llamarte Ethan debido a tu blog. ¿Por qué blog de Ethan? ¿Por qué Ethan, precisamente?
Hola, Marcos, encantado de responder a tus preguntas. El nombre de Ethan es un tributo personal al cine, al cine de calidad, al cine clásico y al mejor director de cine que haya existido nunca: John Ford. Como sabes, Ethan Edwards es el personaje al que John Wayne da vida en esa obra maestra que es “Centauros del desierto”. Con ese seudónimo yo firmaba mis artículos, hace ya unos cuantos años, en los foros sobre el séptimo arte y con él me quedé cuando abrí el blog hace ya más de un lustro.
- Además del blog, vemos que publicas reseñas de cine habitualmente en prensa, además de artículos especializados. El veneno de la escritura lo has llevado siempre pero es precisamente ahora cuando publicas tu primera novela. ¿Hace mucho tiempo que tienes la idea de crear Puentes y sombras?
Se puede decir que, entre unas cosas y otras, llevo toda la vida “juntando palabras”. Pero es cierto que tenía una espina clavada con la ficción. No veía el momento de escribir una historia totalmente inventada y no por falta de ganas sino por falta de tiempo. No es lo mismo escribir un artículo o una entrada del blog, de vez en cuando, que embarcarse en una novela. Hay que documentarse, ser constante en la escritura, ponerse un horario, en definitiva dedicarle horas todos los días. Cuando por cuestiones laborales me surgió la oportunidad de pasar un año libre de responsabilidades no lo dudé. Y aquí estamos…


- ¿El cine es un vehículo o una experiencia que te ha inspirado para empezar a escribir?
La novela está escrita porque soy un cinéfilo empedernido, así de claro. Tanto la estructura (voces en off del narrador, elipsis, capítulos divididos en secuencias, puntos de giro, etc.) como los personajes, están inspirados en esto que tanto me gusta que son los 24 fotogramas por segundo. Claro que una novela no es una película, ni un guión (aunque el camino hacia el guión cinematográfico esté bastante allanado con el texto), pero la inspiración es evidente.
- En Puentes y sombras he notado varios guiños cinematográficos. No voy a desvelar nada de la trama pero, hacia el final de la historia, tiene lugar una lucha dentro de una embarcación. Yo he recordado la lucha de Bogart en Cayo Largo, también al final de la película. ¿Has tenido esa referencia?
No he sido consciente de ello, pero ahora que lo nombras sí que parece una referencia clara. También he podido leer en varias reseñas sobre el libro que hay guiños a “Hasta que llegó su hora” o  a “Psicosis”. No me extraña que inconscientemente haya acudido a películas o escenas concretas. Tanto cine tiene que salir por algún lado (risas).
- ¿Qué guiños cinematográficos has insertado conscientemente en Puentes y sombras?
Bueno hay uno claro a “Tener y no tener” de Howard Hawks. Una película que me encanta y que venía al pelo por la complicidad que se desató entre Humphrey Bogart y la que sería su mujer, Lauren Bacall. En un momento determinado de la subtrama, digamos amorosa de la novela, dos personajes se enamoran mientras en la televisión del salón arranca la película, justo en el momento en que Lauren Bacall pronuncia sus primeras palabras en la pantalla.
Lauren Bacall en "Tenr y no tener"

- La presentación de los personajes es muy detallada. Hay un retrato prácticamente de cada uno de ellos. Tanto es así, que al final de la novela como lector, crees conocer a los personajes de toda la vida. Los rasgos físicos están muy bien definidos. ¿Te has inspirado en algún actor o actriz para tus personajes?
En este aspecto sí he sido muy disciplinado, en la configuración de los caracteres de los distintos personajes. La preparación previa ha sido fundamental, la “Biblia” de cada personaje, desde que nace hasta que comienza la historia; lo tenía muy claro, como también el comportamiento de cada uno. No me he fijado en el aspecto físico de ningún actor, pero sí he acudido a ciertos estereotipos como, por ejemplo, los personajes de Jaime o de Cecilia. Con Sam, que al principio iba a ser un personaje secundario y finalmente se ha erigido como el principal, he querido homenajear al cine negro, el resto los he intentado presentar de la forma más realista posible.
- ¿Cómo definirías Puentes y sombras? ¿Es una novela de intriga, en el sentido de que no se descube el asesino hasta el final o es una novela negra, un retrato de la corrupta sociedad?
Es una mezcla de ambas. Creo que es un thriller que aspiraba a ser una novela negra. Un libro de suspense, pero costumbrista en el sentido de que la crisis económica, la corrupción a todos los niveles y la marginación, elementos que por desgracia nos son tan familiares, estuvieran presentes.
- Puentes y sombras es un buen título. ¿Qué te empujó a decidirte por él?
Es un título muy explícito, el que lea la novela lo comprenderá. Es curioso porque lo puse de forma provisional: el nombre que le pones al archivo que estás escribiendo. Cuando terminé la novela, y la leyeron mis correctores, mis amigos y familiares, me dijeron que no cambiara el título. La editorial tampoco me puso pegas, así que al final se quedó así.
- La historia se ambienta en tu ciudad, Sevilla. Pero, en algunos casos, dices que es una Sevilla alterada, a tu gusto, o al gusto de la novela. ¿Cuáles son esos cambios y por qué los has hecho?
No es mi ciudad natal, yo nací en Madrid, aunque sí es mi ciudad adoptiva: llevo muchos años viviendo aquí y además me casé con una sevillana. Es verdad que no nombro a la capital andaluza en ningún momento porque digamos que es una Sevilla con ciertas variaciones, todo para dar un mayor sentido dramático a la novela. El que no conozca bien la ciudad no va a darse cuenta de estos cambios, pero el que viva aquí se sorprenderá de que, por ejemplo, exista un distrito que se llame “Poniente” o de que el puente de Alfonso XIII siga en pie. De todas formas, al final, en un apartado de aclaraciones y agradecimientos, advierto al lector de las licencias que me he permitido hacer al escribir la novela.

Puente de Alfonso XIII (Sevilla)

- Bueno, yo soy de Zaragoza, donde también hemos tenido recientemente una Expo de la que solo quedan edificios como cadáveres (excepto alguna excepción) En Sevilla ocurrió un poquito lo mismo, al terminar la Expo 92. ¿Es esa sensación de abandono propicia para la novela negra?
La pregunta es muy acertada porque sí, creo que el paso del tiempo, el descuido hacia esas instalaciones y parques configuran un ambiente ideal para desarrollar una trama donde el desasosiego es el protagonista. De hecho, el primer asesinato, con el que arranca la novela, se produce en ese entorno, en esa zona de la ciudad.
- Para el periódico “La voz de Híspalis” ¿cuál ha sido tu inspiración?
Los periodistas no podían faltar en una novela de género como ésta. Merche, que es otro personaje principal, acude a una entrevista de trabajo en el periódico y a partir de aquí comienza la trama. Me he documentado bastante y he acudido a mis hijos, que son licenciados en comunicación, para poder describir de una forma lo más realista posible todo este ambiente.
- Tu experiencia en el campo naval y en general, tu experiencia laboral, en qué te ha ayudado para escribir esta novela.
Estuve tentado, como algunos de mis colegas escritores y compañeros de armas, en debutar en la ficción con una novela que se desarrollara en la mar, de ambiente marinero, ya que ese es mi fuerte, digamos el entorno que domino debido a mi trabajo como oficial de la Marina. Pero quise, a propósito, no caer en la trampa y ver si era capaz de escribir algo que no tuviera nada que ver con la navegación. Claro que es imposible abstraerse del todo y en la novela hay distintos pasajes donde se refleja mi profesión. Y, por supuesto, no descarto en el futuro escribir algo más cercano al ambiente naval.
- ¿Qué autores han sido tu inspiración para esta historia?
Todos los autores de novela negra, género del cual soy muy aficionado. Tantos los clásicos, Chandler en especial, como los nuevos, Lackberg, Verdon, etc. Y sin olvidar a los españoles, desde Montalbán a Domingo Villar.
- La barriada de las Tres Mil Viviendas de Sevilla, es un escenario de la novela que parece realmente salido de una película. Este escenario tan deprimido, ¿está fielmente representado en la novela o es otra alteración, licencia del autor?
Es un escenario totalmente verídico. Creo que la descripción que hago es muy fiel a la realidad. Por desgracia es muy conocido aquí en Sevilla, y la frecuencia con la que sale en las noticias es muy alta y siempre por los mismos motivos: redadas, asesinatos, drogas, etc.

- El personaje de El Gabacho es mi favorito. ¿Es él fiel consecuencia de la corrupta sociedad, personificación de esa barriada de las Tres Mil Viviendas?
Es una víctima de la sociedad, como lo es cualquier marginado. Vive a ras de suelo, literalmente. Me alegra que sea tu favorito, le cogí un cariño especial a medida que iba profundizando en él. Es un personaje muy rico en matices, que sufre una clara evolución a través de las páginas del libro. De los que gusta escribir.
- Hay otro personaje, Sam, con una historia personal que queda abierta al final de la novela. ¿Puede haber continuación para Puentes y sombras?
Sam, como he dicho, es el personaje central de la novela, y su historia, la de su padre, queda, en efecto, abierta porque desde el principio quise escribir una continuación. Aunque la trama principal, el caso de asesinato, queda resuelta, esa parte de la trama de Sam sigue pendiente y se resuelve en la siguiente novela que ya he finalizado y está a la espera de ser publicada.
  
 - En una próxima novela, ¿seguirías moviéndote en el género de Puentes y sombras?

 La continuación es una novela, digamos más fiel al género negro todavía que “Puentes y sombras”, aunque también tiene muchas dosis de suspense. Ahora estoy escribiendo un ensayo de cine que me apetecía y después ya veremos si vuelvo con la ficción o sigo con el cine. El género de lo próximo que haga en ficción puede ser el mismo; o quizás no…
 - Y ahora, hablemos un poquito de cine. De las últimas que has visto en el cine actualmente, ¿qué película recomendarías?

Acaba de terminar el festival de cine europeo de Sevilla que siempre es un anticipo de lo que se va a ver en cartelera en los próximos meses dentro del cine de autor y, como siempre, hay bastantes cosas interesantes. Destacaría tres historias contadas desde el punto de vista infantil: “El Gran cuaderno”, “In Bloom” y “The Selfish Giant”; el problema de estas cintas es la distribución. La mayoría lo tendrán difícil para entrar en el circuito comercial y sólo en las grandes ciudades, en los cines donde habitualmente se proyecta cine independiente, tendrán su oportunidad.
  - Todo el mundo habla de Gravity…

No me extraña, es una cinta espectacular, una película donde tienen mucho sentido los avances digitales, donde se conjuga calidad y comercialidad. Cuarón ha hecho un buen trabajo con los efectos especiales y nos ha regalado una especie de simulador espacial donde puedes observar la Tierra como nunca antes se ha visto. Algunos la comparan con 2001 por el ritmo pausado del arranque y las imágenes. Claro que ahí se acaba la comparación porque el largometraje de Cuarón, a diferencia del de Kubrick, adolece de falta de guión. Aun así merece mucho la pena verla.
  - ¿Fue el cine la expresión artística del siglo XX y en el XXI ha de ser otra expresión la que tome el relevo?

Sin duda, soy de esa opinión: el cine casi arranca con el siglo y le dio un sentido al arte totalmente revolucionario. Lo que nos depara el futuro nadie lo sabe, pero me temo que van a ser muchos fuegos artificiales: algunos ya los estamos viendo como la digitalización de los actores que unidos al 3D nos proporciona una especie de holograma o cine virtual que se pueda ver con gafas, de forma individual. Me temo que todo va encaminado a eso, a un nuevo modo de expresión donde la forma de disfrutarlo sea individual, como los videojuegos. Esto de ir al cine en compañía creo que tiene los días contados y me da pena pensar que se acabe.
-          Y para terminar, película, director y actor o actriz favoritos
Esta respuesta creo que te la imaginas (risas): “Centauros del desierto” dirigida por el maestro, John Ford. En cuanto a actores y actrices, hay tantos… ¿Por qué no John Wayne interpretando a un tal Ethan Edwards?
Un abrazo, ha sido un placer.