sábado, 24 de febrero de 2018

Cartago cinema, cautivos del cine

Cartago Cinema: Cautivos del cine


Mi primera lectura del año ha sido "Cartago Cinema", de Alfredo Moreno, editado por Mira Editores a finales de 2017 y puedo decir que, como lector, no ha podido comenzar mejor este 2018. Sin necesidad de arrimar un revólver calibre 38 a mi sien ni llenar mis bolsillos con sobres procedentes de Suiza o Panamá, en cualquier foro estoy dispuesto a afirmar que se trata, indudablemente, de una obra brillante. Que, si bien respira cine clásico por los cuatro costados, no estamos ante ningún corta y pega de cualquier película, como he comprobado al leer algunos títulos de cinéfilos declarados y obsesivos. Nada que ver. "Cartago cinema" plantea una historia que bien pudiera ser intemporal pues los temas que maneja no pasan de moda. La consumada cinefilia, casi cinemanía, de su autor alterna con las bajas pasiones del ser humano, con el amor, la vida, la muerte; con la hegemonía del dios dinero, del dios poder, sobre todas las cosas (la actual comercialización desmedida del cine) y con la más penosa, pero repetitiva constante y filicida, historia de España. Bebiendo de clásicos como "El crepúsculo de los dioses" (Sunset boulevard, Billy Wilder. 1950) o "Cautivos del mal" (The bad and the beautiful, Vincente Minnelli. 1952) es una historia del cine contada desde dentro y como tal, alberga un argumento (un guión) que mejora la vida. En ella encontramos a un guionista, un magnate productor y a un director que, como buena vieja gloria desaparecida y casi olvidada, decide regresar por todo lo alto con una espléndida obra maestra, obsesión de toda una vida, que será el broche final para su breve pero mítica carrera. Lamentablemente, los planes de la productora, serán otros. Por supuesto, hay una chica, Martina Bearn. Y tiene el grado de malditismo necesario para ser irresistible. Será la secretaria del viejo y futuro director pero se elevará sobre todos los personajes como razón o espejismo que ayude a tener el entusiasmo necesario para llevar a cabo una empresa irracional y casi suicida como resulta el anhelado último rodaje. Martina canalizará, desde un aparente segundo plano, el peso dramático de la obra.

Impactante comienzo de "El crepúsculo de los dioses" (BIlly WIlder. 1950), una de las influencias reconocidas por Alfredo Moreno para su primera novela "Cartago cinema"

Desde el comienzo de esta historia cíclica, el lector tendrá la sensación de encontrarse ante una película de cine clásico, rodada por completo en blanco y negro, y no solo porque su protagonista principal padezca acromatopsia congénita. El aire que se respira a lo largo de sus 351 páginas, los diálogos, los ambientes a pesar de estar ante una historia contemporánea, tienen un marcado corte clásico, como aquellas películas dobladas en España entre los 40 y los 70. Algunos diálogos recuerdan a estas cintas. que todos guardamos en el subconsciente. Pero hablábamos de un guionista que ve la vida en blanco y negro y que se erige como protagonista principal de "Cartago cinema": Elliott Gray (nótese que el apellido se pronuncia igual que el color gris en Inglés, algo que no está nada mal para un tipo con acromatopsia). Gray es un guionista que recuerda a Joe Gillis (de la citada Sunset Boulevard) o al personaje Robert Towne (de la película "Chinatown", Roman Polanski 1974), al que le gusta pensar que tiene algo de escritor. De hecho, tiene mucho de escritor. Es un tipo que ha logrado sobrevivir (y esto ya es mucho) en el difícil universo de los guionistas de cine aunque su discreto mayor éxito ha llegado de manos de la televisión gracias a una serie. Sin embargo, no ha logrado cumplir su mayor sueño, su película y el trabajo más recurrente al que tuvo que dedicar sus horas fue el de corrector de guiones para la potente productora Gold Masks, propiedad de Bufford Sheldrake, productor sin escrúpulos. Además, es dueño de un humor marxista, sobretodo procedente de Groucho Marx, aunque como lector he encontrado un cinismo y humor negro cercano a Humphrey Bogart y sobretodo, a su papel como Marlowe. El humor está presente en "Cartago cinema" durante todo el libro en diversos momentos pero son especialmente delirantes las conversaciones telefónicas y las constante bromas entre Bufford Sheldrke y Gray que arrancarán, a buen seguro, más de una carajada. A pesar de esta relación amor-odio que unen a productor y guionista, Gray ve en Sheldrake su última oportunidad para crecer profesionalmente.
Otra imagen de "El crepúsculo de los dioses"

Bufford Sheldrake es un productor sin escrúpulos y oportunista que intenta amasar una fortuna aprovechándose de los demás. Podría ser un Harry Cohn o un David O. Selznick, pero su máxima reside en responder a los gustos y expectativas de un público cada día menos exigente. Para ello está dispuesto a pagar cualquier precio. Debe su apellido a dos personajes de Billy Wilder (concretamente de "El crepúsculo de los dioses" y de "El Apartamento") y se convertirá en la pesadilla a distancia que acompañará en su periplo a Elliot Gray. Respecto al director Ballard, digamos que la pesadilla es mutua.
Escena de "Cautivos del mal" (Vincente Minnelli. 1952)

La vieja gloria, el mencionado director que desea regresar con su proyecto vital: John Ferris Ballard. Para su personaje, el autor ha tomado como referencia al actor Lee Marvin en lo referente a rasgos físicos y temperamentales pero estamos ante un director del "Nuevo Hollywood", de finales de los sesenta que cuenta en su haber con un par de éxitos tempranos, una corta y fugaz historia de esplendor. Retirado durante un largo periodo de tiempo, junto a una esposa adinerada en la campiña francesa, nunca se ha separado de su fiel colaborador, Monty Grahame (que me recuerda poderosamente al actor Louis Calhern) y juntos han continuado trabajando e incluso rodando, pero en el ámbito puramente privado. Por alguna razón que se escapa, Ballard desea rodar la película que ha ocupado toda su vida como un proyecto irrealizable aunque terminará montando un decadente autocine, otro sueño roto. En esta obsesión, casi quijotesca, entra en escena España, como el cadáver dolido de una guerra cuyas huellas todavía están presentes. A lo largo de la novela, el lector podrá visitar la campiña francesa, Los Ángeles, París, Hollywood, Madrid y varias localizaciones en Aragón, fundamentalmente, como plató natural (una reivindicación del autor_pregunta onceava en esta entrevista). En Aragón encontramos, precisamente y a modo de Belchite, el pueblo destrozado por la guerra con su huella imborrable y camuflada, sepultada ahora, bajo una especie de moderna ciudad sepulcral y espectral, sin alma, sin gente; o, mejor dicho, habitada por gente sin alma, algunos de ellos, amontonando riqueza sobre las tumbas de los caídos. Tanto Sheldrake como Ballard, sirven de vehículos para contar la historia del cine y en este caso, una parte fundamental de la historia de España. Y en este periplo español y quijotesco, podemos recordar fácilmente la película "Mr. Arkadin" de Orson Welles.
Orson Welles

Ya hemos hablado anteriormente de Martina Bearn que, junto a Ana, Laura y Christelle, conforman el elenco femenino de la obra. Pero sobre todas ellas, Martina. A modo del cine de John Ford, en "Cartago cinema", las mujeres lo condicionan todo aunque sea desde un plano aparentemente secundario que, en realidad, no lo es. Martina no solo coincide con una antigua obsesión de Ferris Ballard sino que encandila a Gray e incluso podríamos decir que Monty Grahame bebería los vientos por ella, de no sentirse demasiado anciano. A estas alturas incluso Laura, la adinerada esposa de Ballard, se esté planteando su orientación sexual a causa de la irrupción del torbellino Martina en su ordenada vida. Torbellino pero discreto. Más bien el torbellino lo causa Martina en las emociones de los personajes masculinos. Y para el personaje de Martina yo he imaginado multitud de actrices a lo largo de la novela. Desde la Shirley MacLaine de "El Apartamento", pasando por Marion Cotillard, la primera Jacqueline Bisset, la primera Claudia Cardinale, Ava Gardner, hasta incluso Gene Tierney (¿cómo no?) o una jovencita Monica Bellucci, algo más recatada. Pero, indudablemente, como todo personaje femenino en el cine de Ford o en el cine negro, resulta irresistible, tanto para los personajes masculinos de la novela, como para el lector. Todos somos Martina.
Grace Kelly y Ava Gardner, fueron dos mujeres dirigidas por John Ford, en Mogambo
Sin embargo, el riesgo de contar demasiado ya está rozando lo inaceptable. Así pues, convido a los que hayan terminado esta torpe reseña (que, en realidad, es un leve repaso de personajes) a leer "Cartago cinema". La novela comienza con una muerte sobre el agua lo que nos remite de nuevo a "El crepúsculo de los dioses" aunque no fuera el comienzo ideal que deseaba Billy Wilder para su película (la muerte, sí, pero no así). El argumento cuenta con las necesarias rupturas temporales que, lejos de extraviar al lector, hacen más atractiva la historia. "Cartago cinema" bien pudiera ser llevada al cine pues podría haber sido un guión cinematográfico. De hecho, algunos capítulos emulan el guión. Si se realizara y estuviera a la altura de la novela, seria una gran película. Sin embargo, dudo de estos tiempos y sus resultados cinematográficos. Puede que haya demasiados Sheldrake por ahí produciendo verdaderas barrabasadas. Y su autor, Alfredo Moreno, merecería una buena película. Precisamente, respecto a Alfredo Moreno debo decir que conocí su cinefilia leyendo el imprescindible blog 39escalones y posteriormente, leyendo su ensayo "39 estaciones: de viaje entre el cine y la vida" publicado por Eclipsados. Su salto a la ficción ha sido un regalo para todos. Un debut fenómeno. Regresando a esta primera novela de Alfredo Moreno, a "Cartago cinema" y referiéndome a sus capítulos, sin duda, ha sido un acierto que cada uno se titule como las películas que a lo largo de la historia han contado el cine desde dentro del cine. Películas de las que encontramos una breve sinopsis al finalizar el libro. "Cartago cinema" comparte con autores como Gómez de la Serna, Scott Fitzgerald o Edgar Neville, el privilegio y el buen gusto de contar una historia sobre las vidas de aquellas personas que hacen cine; la historia del proceso de producción, del rodaje, del guión...etc y comparte esta tradición con cienastas como Billy Wilder, Joseph L. Mankiewicz, Vincente Minnelli, Stanley Donen o Woody Allen...por poner solo unos ejemplos citados en el libro. Para el final dejo las apariciones fantasmales de don Luis Buñuel. Conozco bien el escenario donde el autor las sitúa y debo decir que no ha podido elegir mejor localización. Es la plaza de los Sitios de Zaragoza, una de esas viejas lonjas afrancesadas que, las noches de invierno y niebla, adquiere un aspecto romántico, algo trasnochado, simbólico y también fantasmal, cuando las clásicas farolas deciden arrojar su haz de luz entre las ramas bajas de los árboles y la niebla que llega desde el río, se encarga de amplificar, velar y tamizar esta luminiscencia como si el paseante perdido en sus pensamientos estuviera obligado a contemplar ese escenario a través de un lienzo, como en la película "Retrato de Jennie" (William Dieterle 1948) Terminé en enero la lectura de "Cartago cinema" pero hasta hoy no he podido escribir nada a la altura de las circunstancias si es que esto lo está. Y es curioso que sea precisamente hoy el día en que publique esta especie de reseña. Pues sí, hoy cumple años su autor, Alfredo Moreno. Valgan, amigo, estas líneas como regalo y acéptalas como tal o arrójame por ellas un zapato a la cabeza cuando me veas caminando por la calle. Así sabré si he acertado. Felicidades, Alfredo. No por ser tu cumpleaños, que también. Pero felicidades, sobretodo, por haber entregado al mundo una brillante historia.

Don Luis Buñuel
Alfredo Moreno, autor de "Cartago cinema": Licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza. Desde abril de 2007 mantiene la bitácora cinematográfica 39escalones. Además de participar en ciclos, conferencias y mesas redondas, ha publicado una veintena de artículos en diferentes revistas culturales y ha colaborado en programas de radio y televisión. Ha publicado el ensayo 39estaciones. De viaje entre el cine y la vida (Eclipsados, 2011) y los capítulos «Desmontando el género negro: del “glamour del mal” a las portadas de El Caso en El Crimen del cine Oriente» en el libro colectivo La obra narrativa de Javier Tomeo (1932- 2013): nuevos acercamientos críticos (Institución Fernando el Católico, 2015), y «Magos del “shock” latente en Méliès» en el libro Méliès (Libros del Innombrable, 2017), monografía dedicada al gran cineasta francés.
(Fotografía: Oliver Duch, Heraldo de Aragón )