domingo, 21 de abril de 2013

Zahorí de sonrisas



 Brújulas que buscan sonrisas perdidas 

(Albert Espinosa)

Ante mis ojos
la solución se reconstruye
esta mañana de domingo,
centro comercial abandonado
y avenida vacía
bajo un sol de justicia
que no calienta
pero abriga contra el cierzo.
Los pinares que rodean estas calles sin alma
que fueron bosque,
las sombras que cobijan
los aledaños de mi conciencia,
incluso ese lago artificial
en mitad del asfalto,
parecen hoy carecer de importancia,
ser invisibles, no existir.

Para mí, todo es desierto.

Las farolas son imposiciones, sin noche.
Los semáforos, sin tráfico, son irreales
y los pasos de cebra sin peatón
son un insulto para el fugitivo.

Todo desaparce. Ni rastro de humanidad.

Nubes de arena borran el paisaje
como si, lejos de ti, no hubiera mundo
que sustentara mi gravedad.

Rebusco en mi cartera.
En tu fotografía eres bella, eres joven,
me amas y sonríes.

Solo soy un zahorí
buscando agua 
en un mar de dunas sin certeza
y playas de dudas.
Mis ojos
se recuerdan en tu mirada.
Apuntan a una sola dirección.
Son brújulas que buscan sonrisas perdidas
en esta ciudad que te recuerda
y sin ti se divierte:

Un parque de atracciones
olvidado



There used to be a ballpark (Frank Sinatra)

(No entiendo por qué pero mientras escribía esto, se reproducía esta canción en mi cabeza)
Próxima presentación del libro solidario Escribiendo esperanza: En Madrid, el día 23 de abril, a las 17,00 en la Sede de la ONCE (C/ Prim, 3) El acto está enmarcado dentro de un maratón de poesía para celebrar el día del libro. Abriremos con la presentación de Escribiendo esperanza y seguirá un recital de poesía hasta las 22,00

jueves, 18 de abril de 2013

Haciendo de Zaragoza, un París cualquiera

Y nos es tan complicado... Basta con levantarse temprano, una mañana gris y lluviosa de finales de otoño. Basta con caminar bajo las buhardillas que no han apagado sus luces en toda la madrugada, dejarse llevar por la bohemia solitaria... y llegar a un pequeño Café, con música francesa, con flores, con pintura, con fotografías en blanco y negro, dedicadas al jazz. Basta con pasear las viejas calles cercanas al Coso, la plaza de las catedrales y derivar, después y sin remedio, a la orilla del río. Pasar los puentes y visitar un parque de la rivera, refugiarse del cierzo, levantar el cuello del gabán y seguir caminando. Aquí no hay un faro que nos guíe en la tempestad, no existe Eiffel para el vagabundo del Ebro pero ¡qué carajo! ¿hay mejor faro que la torre de la Seo para encauzar nuestro rumbo?. Esta mañana me apetecía hacer de Zaragoza un París canalla.


Pasaje del ciclón (Zaragoza)
Cuando pienso en ti…
…me gusta pasear
bajo las luces
en el pasaje del ciclón
(mi huracán particular),
cuando los comercios
levantan sus persianas
al nuevo día,
cuando tus pestañas
abanican los sueños
de esta ciudad.

Y te espero.

Aunque me sienta flor de plástico
 en la terraza
de un Café Botánico,
escucho música francesa
y recapitulo palabras en tus labios.
Dices bésame, en Inglés
y es el nombre de un pequeño restaurante,
pero yo deseo besarte
cada instante
que se detiene junto a ti.

 Esta mañana de invierno
no estás en el Café Botánico.

Flores marchitas se desparraman por las paredes.

Ayer comentaste que querías mudarte
al otro lado del río.
Pero mañana será hoy.
Seguirás presente en esta orilla,
cuando mil palomas
lleven mis poemas
al otro lado del río
y tú, sin darte cuenta,
pienses que el cierzo
silba tu nombre
y te rodea con sus alas,
cálidamente…
amándote.


La bohème, en voz de Soledad Giménez:

Este poema está publicado en el libro solidaro Escribiendo esperanza, libro que hoy presentamos a las ocho de la tarde en Sabiñánigo, en la Casa de Cultura Antonio Durán Gudiol (C/ Pedro Sesé, 2)

domingo, 14 de abril de 2013

Puentes y domingos musicales

Puente de San Miguel sobre el río Aragón (Jaca) Fotografía tomada del blog: Jaca en la memoria


Indudablemente la hoja en blanco
tiene algo de abismo existencial.
Por eso la garabateamos.
Nosotros escribimos y tendemos un puente
como última esperanza
de que alguien, en el otro extremo,
nos recoja
y nos complete.
El lector.
¿Trampa o desafío?
Este otro extremo
quizá no sea otra orilla
sino la misma,
iluminada por idéntica luz nimia
de oro viejo y ceniza.
Y después, el lector,
diseña otro puente
y así, infinito,
es el poema.

Como es costumbre ya en este blog me gustaría acabar este domingo con algo de música. Esta vez he elegido una canción muy divertida que se incluye en el último disco de duetos que ha sacado a la venta Tony Bennett. La canción es Are you havin' any fun y además de contar con una big band espléndida, Tony Bennett es acompañado por un absolutamente desconocido (afortunadamente desconocido) Dani Martín. Está claro que el que fuera cantante de El canto del loco ha retocado su estilo y ha cuidado su forma de cantar para estar a la altura de las circunstancias. Y no solo lo ha coseguido sino que la suya es una de las mejores intervenciones del disco. Así que, vamos a pasarlo bien esta mañana de domingo con Tony Bennett y Dani Martín:
 

domingo, 7 de abril de 2013

Una difícil decisión (Microrrelato)




Mario garabateaba folios en blanco mientras transcurría su turno de vigilancia en una pequeña garita de fábrica, una más, confundida dentro del absurdo conglomerado que era aquel polígono industrial.  Era día de descanso semanal y los únicos operarios que llenaban el recinto, además de Mario, eran los dedicados a las labores de limpieza. De repente, el limpiacristales que estaba trabajando en el piso octavo de las oficinas, lanzó un estrepitoso alarido y acto seguido, su cuerpo apareció en el suelo, rebotando contra él y cayendo definitivamente, muerto, a escasos metros de la garita. Lívido, el vigilante comenzó a llenar su cabeza con preguntas tan pegajosas como el charco de sangre que se extendía ante sus ojos y las posibles soluciones se agolpaban en su interior, tan insistentes, que no le dejaban actuar. Mario intentó decidir qué debía hacer un vigilante de seguridad en tales circunstancias. ¿Debía llamar al 112?. No, primero debía comprobar si el limpiacristales estaba realmente muerto. Pero, vamos Mario, ¿cómo no va a estar muerto cayendo de un octavo piso? Y en ese caso, ¿para qué llamar al 112? Mejor sería llamar al jefe, o a la empresa, o a la empresa del muerto. No, no… lo primero es acudir hasta el cuerpo y custodiarlo hasta que lleguen los sanitarios. Pero, ¿qué sanitarios? Si custodiaba el cuerpo ¿cómo iba a llamar a alguien?. Y espera un momento, el limpiacristales se había caído o habría sido empujado por algún compañero envidioso. ¿Crimen, suicidio o muerte sin más? Nada. Eran  demasiados datos. El sudor frío recorría la frente de Mario y las manos le temblaron cuando accionó el botón para cerrar la puerta principal de la fábrica. Con las mismas manos temblorosas y blancas, como un papel de fumar, cubrió su rostro e intentó recapacitar qué era lo más adecuado para estos casos. Inspiró profundamente, con los ojos cerrados, intentando relajarse. Acto seguido y ya, sin lugar a la duda, levantó el auricular del teléfono y marcó:

-Sergio, soy tu primo Mario.  Oye, ¿sigues en paro? Mira, ha quedado una vacante como limpiacristales en la fábrica donde trabajo. Llama a este número.