Mario garabateaba folios en
blanco mientras transcurría su turno de vigilancia en una pequeña garita de
fábrica, una más, confundida dentro del absurdo conglomerado que era aquel
polígono industrial. Era día de descanso
semanal y los únicos operarios que llenaban el recinto, además de Mario, eran
los dedicados a las labores de limpieza. De repente, el limpiacristales que
estaba trabajando en el piso octavo de las oficinas, lanzó un estrepitoso
alarido y acto seguido, su cuerpo apareció en el suelo, rebotando contra él y
cayendo definitivamente, muerto, a escasos metros de la garita. Lívido, el
vigilante comenzó a llenar su cabeza con preguntas tan pegajosas como el charco
de sangre que se extendía ante sus ojos y las posibles soluciones se agolpaban en
su interior, tan insistentes, que no le dejaban actuar. Mario intentó decidir qué
debía hacer un vigilante de seguridad en tales circunstancias. ¿Debía llamar al
112?. No, primero debía comprobar si el limpiacristales estaba realmente
muerto. Pero, vamos Mario, ¿cómo no va a estar muerto cayendo de un octavo
piso? Y en ese caso, ¿para qué llamar al 112? Mejor sería llamar al jefe, o a la empresa, o a la empresa del muerto. No, no… lo primero es acudir hasta el
cuerpo y custodiarlo hasta que lleguen los sanitarios. Pero, ¿qué sanitarios?
Si custodiaba el cuerpo ¿cómo iba a llamar a alguien?. Y espera un momento, el limpiacristales
se había caído o habría sido empujado por algún compañero envidioso. ¿Crimen,
suicidio o muerte sin más? Nada. Eran
demasiados datos. El sudor frío recorría la frente de Mario y las manos
le temblaron cuando accionó el botón para cerrar la puerta principal de la
fábrica. Con las mismas manos temblorosas y blancas, como un papel de fumar,
cubrió su rostro e intentó recapacitar qué era lo más adecuado para estos
casos. Inspiró profundamente, con los ojos cerrados, intentando relajarse. Acto
seguido y ya, sin lugar a la duda, levantó el auricular del teléfono y marcó:
-Sergio, soy tu primo Mario. Oye, ¿sigues en paro? Mira, ha quedado una
vacante como limpiacristales en la fábrica donde trabajo. Llama a
este número.
Pragmático, pragmático y familiar este Mario.
ResponderEliminarEn fin, aún teniendo su punto cómico este drama, doblemente dramático es el asunto.
Qué mal anda el tema del trabajo, mal no, peor.
Abrazotes, Marcos.
Por eso, por eso acróbata. Por lo menos que no nos quiten el humor, aunque sea humor negro. Saludos.
ResponderEliminarQue no falte el humor... y que no falte el trabajo. Un abrazo, Marcos.
ResponderEliminarMuy bueno Marcos, no podía ser de otra manera con la personalidad de Mario que nos has descrito tan bien. Cuentas muchas cosas. ¡ojalá abramos los ojos!
ResponderEliminarUn besote
Exactamente...que nio nos falte nada de eso, Roberto. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias por pasar Johnan, me laegro que te haya gustado. Abrazos.
Buenísimo y divertido, está claro que la crisis revive el humor negro. Algo es algo. La família, además, ante todo.
ResponderEliminarFelicitaciones por tus "Espectros..." creo que es de los mejores poemas que has escrito empezando por el título que parece de un relato de Poe.
Abrazos. Borgo.
Bueno, sin duda alguno un hombre práctico, y tal como están los tiempos...
ResponderEliminarPues muchas gracias, amigo Miquel. Me alega que te haya gustado. Tenemos pendiente un trabajo juntos... por cierto. Abrazos.
ResponderEliminarNo es mala opción, no...jejeej Un abrazo Sr. Cahiers.
Vaya cabeza pensante la de Mario...Total, por el limpiacristales ya no se podía hacer mucho...;-)
ResponderEliminarUna vez más, un final con sorpresa.
Un beso.
Bueno, si se puede crear empleo...jejeje Un beso Myra, gracias por pasar.
ResponderEliminarJajaja...Esa frase final es buenísima. Me ha gustado, sí.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias David! Abrazos.
ResponderEliminarDrama y un desenlace de jumor..negro claro jaja :-d
ResponderEliminarEsto me ha recordado a una película pero ahora no sé decirte si de Jose Luis Lopez Vázquez o de Woody Allen jaja ¡ muy bueno el relato Marcos !
¡Qué malito está todo !..
Un beso
Muy buen relato y comprensible en los tiempos que estamos lo de ir directo a la praxis para que nos se pierda el trabajo... Humor muy ácido pero humor al fin y al cabo.
ResponderEliminarUn abrazo, Marcos
Hola Abril. Pues podría recordarte a "El suicida" de Tony Leblanc, también jeje. También mucho hgumor negro ahí. Sí, todo muy malito. Habrá que aguantar el chaparrón. Besos.
ResponderEliminarHola Anaís. Hay que ser prácticos, está claro. Besicos de humor ácido.
Bien. En este funciona lo que en el anterior no.
ResponderEliminarUn abrazo.
Jejeje, muy buen microrrelato (yo me estaba poniendo en la piel del vigilante).
ResponderEliminarSaludos.
Magnífico relato Marcos aunque si la caída hubiera sido desde un primero , seguro que Mario hubiera intentado llamar a un médico pero la guía de teléfonos no estaba actualizada,intentará hacerlo con su móvil pero lo habrá olvidado en el vestuario dónde se cambia.Mientras,el limpiacristales se retuerce de dolor y apenas puede articular palabra.Finalmente Mario consigue avisar a un médico pero no tiene coche pues se lo lleva su mujer al trabajo y tiene que desplazarse en metro que está ese día en huelga aunque funcionen los servicios mínimos.Finalmente,cuando llega dónde se encuentra el limpiacristales este grita que hubiera preferido caerse desde un octavo.
ResponderEliminarUn abrazo Marcos.
... Es lo que tiene el humor negro... que de la tragedia extrae la risa. De aquellos temas serios, muy serios y que preocupan... logra captar lo cómico. Por eso el humor negro es subversivo y catártico...
ResponderEliminarMuy bueno el relato, mi querido Marcos.
Beso
Hildy
Abrazos 39
ResponderEliminarGraicas Charly. Un abrazo.
Muy bueno Yuri. Has escrito un microrrelato-respuesta al microrrelato y lo has hecho en un comentario. Insuperable jejeje. Un abrazo.
Gracias Hildy por leerlo y por comentarlo. Besicos.
Coincido en lo necesario del humor y, en este caso, de un perfecto humor negro. Enhorabuena,
ResponderEliminar( y perdón por salir como anónimo, intentaré arreglarlo para la próxima vez... Amaya)
Gracias. Sí, el humor es necesario. Besos
ResponderEliminarEspero que no sea ni autobiográfico, ni premonitorio. Un abrazo
ResponderEliminarJavier
El muerto al hoyo... El dibujo que has puesto, ¿es de "Dilbert"? Se parece al oficinista del que leía las tiras cómicas hace años.
ResponderEliminarSaludos
Eso espero Javier...jejeje Gracias por pasar. Un abrazo.
ResponderEliminarNo he encontrado el autor de la ilustración. Un abrazo Licantropunk, gracias por pasar.
Muy bueno, Marcos, no conocía yo esta faceta tuya en el relato. Un día nos regalas un poema y otro día nos presentas esta historia tan genial... me encanta. Besos.
ResponderEliminarGracias por pasar Clementine y dejar tus palabras. A veces me divierte contar historias. Besos.
ResponderEliminarBuenísimo y con un final negro contundente y rotundo. Tiene fuerza el relato. Me gusta. ¡Mis felicitaciones, Marcos!
ResponderEliminarUn abrazo.
Miles de gracias Kine. Me alegra leerte esto. Un abrazo.
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