jueves, 16 de noviembre de 2017

Hablando de A.F. Molina (Libros del Innombrable. 2017)


"Hablando de A.F. Molina" es una edición de Ester Fernández Echeverría, ilustrada con los collages de María Elena Fernández, 'Asilvestrada' . Edita Libros del Innombrable


"Hablando de A.F. Molina" se presentó ayer, 15 de noviembre, en la Biblioteca de Aragón. Tuve la fortuna de participar en esta presentación, circunstancia que agradezco. Para tal ocasión preparé y leí este texto:

Momento de la presentación. De derecha a izquierda: Raúl Herrero (editor), María Elena Fernández (ilustradora), Eugenio Mateo (Asociación Aragonesa Amigos del Libro) y yo.

LA BLANCA BABOSA DE LA PERMANENCIA

Para alguien que ha conocido a Antonio Fernández Molina a través de sus textos pero no personalmente, el libro "Hablando de A.F. Molina" que ahora edita Libros el Innombrable resulta fundamental como aproximación  tanto a su biografia como a su personalidad. Pero también resulta un trabajo imprescindible para aquel que apenas conozca su obra, pues en estas páginas encontrará una guía excepcional, una herramienta para facilitar su comprensión que también proporcionará un oportuno capote a todo aquel que desee desarrollar un estudio sobre su amplia bibliografía. Pero esta recopilación de artículos, entrevistas y hasta relaciones epistolares, son la todavía necesaria reivindicación de un creador que debe ser ya reconocido como uno de los pilares fundamentales de la literatura española del siglo XX.

Año 2004. Homenaje a Antonio Fernández Molina en la Galería de arte Orfila de Madrid. Raúl Herrero lee un poema de Molina ante el maestro.

Personalmente, llegué a la obra de Antonio Fernández Molina de la mano del mejor maestro de ceremonias que, en este caso, podemos tener: Raúl Herrero, principal responsable de que la obra de Molina esté siendo difundida. A través de Raúl organizamos un homenaje durante la feria del libro de Jaca del año 2015 y proyectamos el documental "A.F. Molina un poeta incómodo" (Luis Vidal/Ester Fernández). Al año siguiente, también con motivo de la feria del libro jaquesa, se organizó un recital de poesía postista donde se leyeron varios poemas de Molina y en 2017 publicamos con el Ateneo Jaqués el dosier dedicado al Postismo en la revista cultural "El eco de los ibres" donde, de nuevo, Fernández Molina adquiere una relevancia fundamental. Y es que Molina es el paradigma más completo del Postismo. Al ser este un movimiento vanguardista literario y estético y al ser Molina, un creador total, un escritor/pintor, tenemos en su obra el mayor exponente de este ismo, tanto en literatura (en poesía y en narrativa) como en pintura. Porque el Postismo en Molina ya no es tanto la locura inventada que predicaba Ory sino una realidad alterada, una búsqueda de autenticidad en el primitivismo; el sueño recordado.
Antonio Fernández Molina y Fernando Arrabal

Volviendo al libro que nos ocupa, "Hablando de A.F. Molina" está fragmentado en cinco grandes bloques, atendiendo a las diversos géneros y disciplinas que abordó el autor: Poesía, Novela y narrativa, Teatro, Pintura y finalmente una recopilación muy atractiva de entrevistas, homenajes y recuerdos que nos acercan a su lado más humano. Firmas que van desde José Hierro, Gabino Alejandro Carriedo, Fernando Arrabal o Víctor García de la Concha a Luis Alberto de Cuenca, José Luis Calvo Carilla, Alejandro J. Ratia, Antón Castro o Alfonso Lopez Gradoli, pasando por Juan Eduardo Cirlot, Antonio Beneyto o incluyendo, por ejemplo, una carta escrita por María Zambrano, van desgranando la figura del autor que, a menudo, se tilda de inclasificable. Para entender la universalidad y la repercusión de A.F. Molina, también es necesario reflejar que encontramos artículos firmados en Ciudad Real, en Madrid, en Mallorca, pero también en Venezuela, Colombia o Nicaragua. Entre la mayoría de los autores incluidos en el libro podemos intuir de manera unánime que la obra de Molina, a través de los diversos géneros o disciplinas, es toda ella poesía y que literatura y pintura guardan una estrecha relación, caminando de la mano y nutriéndose de manera recíproca. En el mismo prólogo, Ester Fernández ya anuncia: "En AF Molina su obra literaria y plástica conviven, se relacionan y se mezclan". Ya en el libro, Manuel García Viñó apunta: "Poesía y pintura son esteticamente intercambiables encontrando en ambas la iconografía fernandezmoliniana de los peces, los paraguas, las corbatas, los sombreros..". Víctor García de la Concha admite que en Molina "la escritura está estrechamente relacionada con la pintura", Jean Tena asegura que "ve la realidad con ojos pictóricos" y en su carta, Maria Zambrano, hablando sobre la novela "Solo de trompeta", se dirige a Molina con estas palabras: "Se ve perfectamente que es usted un pintor y que el enano protagonista, en realidad, es Toulouse-Lautrec. A esta simultaneidad pintura/literatura alude especialmente Alfonso López Gradolí concluyendo que "tanto en literatura como en pintura, su obra es consecuencia del surrealismo pero sus orígenes están más allá, como en toda corriente onírica". Una de las frases que mejor representan esta circunstancia es la que pronuncia Gabino Alejandro Carriedo al exclamar ante una exposición de Molina: "He aquí lo que le hubiera gustado hacer a Federico: llevar la poesía al dibujo". Y precisamente, como el propio Molina reconoce en la entrevista con Antón Castro, él comenzó a tener confianza en su obra plástica cuando vio los dibujos de Federico García Lorca. Para concluir con este aspecto, recuerdo a Alejandro J. Ratia que en su atículo define: "A una poesía y a unas novelas repletas de imágenes corresponde un mundo plástico de dimensión lirica" e incluye también una estupenda apreciación de José Corredor Matheos: "Su poesía, con tanto dibujar, se ha ido haciendo más profunda cada día y más visual, y sus dibujos más poéticos, de modo que ya se ha visto claro que unos nacían para ilustrar a los otros y viceversa". Finalmente José Maria Montells deshace el entuerto y confirma lo que ya muchos sospechábamos "Molina, ni escribe, ni pinta. Hace magia". 
Un dibujo original de Federico García Lorca
Obra de Antonio Fernández Molina

Queda claro que, plástica y literariamente, hablamos de una obra unitaria en cuyo origen está la poesía. Alicia Silvestre, respecto a la novela "La liebre mecánica" nos habla de una sensibilidad poética en su narrativa. Jose Hierro, en 1975, ya afirma "Crear lo que no vemos es la poesía" y habla del proceso creativo fernandezmoliniano: "como niño, cree ciegamente en lo que ve a la hora de la fantasía" y concluye tildando a su obra como "arte de poeta, la vuelta a la imaginación y al irracionalismo frente al arte actual". José María Montells, en su excelente artículo que titula con un verso especialmente lúcido de Molina "Cae la nieve en el centro del verano", concluye que "Antonio Fernández Molina escribe oficialmente poesía": Ya lo había confirmado el propio autor en la citada entrevista con Antón Castro: "Para mí solo hay un género: la poesía" y creo que no se refería solo a la literatura. 
A.F. Molina y Philip West

Ya hemos hablado del Postismo anteriormente pero es que en este libro casi todos los autores vinculan la obra de Molina a esta ninguneada vanguardia. En 1989 Antonio Gonález Guerrero habla de "un renacimiento manchego a corrientes surralistas o postistas". García de la Concha va más allá y en 1993 asegura: "Toda la creación de Antonio Fernández Molina se mueve entre las derivaciones del Postismo y un surrealismo expresionista y lúdico" para en 1996 continuar "Pero el postismo habitó entre nosotros y aunque, en las catacumbas, pervivió hasta hoy". Joaquin Ferrando se refiere a los aciagos años de posguerra que vivió el autor y afirma: "En los oscuros años, Antonio Fernández Molina encendió una luz cercana a los postistas, una pequeña pero enorme luz de vida y nunca dejó de alimentarla". Indudablemente, se está refiriendo a la luz blanca con que Molina identificaba el postismo frente a la luz negra que irradia el surrealismo. Dámaso Santos lo sitúa junto a Arrabal, Ory, Sernesi y Chicharro en "aquel movimiento insólito y repudiado a diestra y siniestra en los años cuarenta" y cuenta que "Molina siempre creyó que el postismo era una posibilidad de prolongación de su sueño surrealista en España, sin admitir el rechazo que ocasionó". Victor Lope lo define como un "representante del Postismo, ese surrealismo blanco", Alejandro J. Ratia lo nombra "heredero de una tradición vanguardista representada en nuestra posguerra por el postismo" y Chus Tudelilla, respecto a su obra plástica, afirma que "la libertad de imaginación del ideario postista que derivó en el descubrimiento de los maravilloso en lo cotidiano ordinario le indicaron el camino a seguir". José Luis Calvo Carilla señala la revista y colección de libros que creó y dirigió Molina, "Doña Endrina", como continuación del Postismo, recordando que en su primer número publicó a Miguel Labordeta, el gran amigo zaragozano del creador manchego. Como en todos los aspectos el propio Fernández Molina cierra el círculo con la siguiente afirmación: "Mi obra está inmersa en el postismo, un surrealismo blanco, por decirlo así, la presencia de la intuición y las imágenes". 
Doña Endrina
Solo de trompeta
Coinciden también los autores del libro al citar los referentes de Molina. García Viñó habla de Dadá y Brueghel. Garcia de la Concha cita a uno de los referentes que más aparecen en el libro y uno de los más idolatrados por Molina: Ramón Gómez de la Serna, influencia decisiva, por ejemplo, en su obra "Pompón". García de la Concha también refiere los dibujos de Lorca, a Lautreamont y a Marx Ernst. Argenis Rodriguez, en 1970 y  desde Venezuela, compara a Molina con Cervantes o con Swift. Respecto a su obra Narrativa, Jean Tena compara el humor negro fernandezmoliniano a Quevedo, Goya o Buñuel y destaca el mundo onírico y la fantasía, aludiendo a Lewis Carroll. También Alicia Silvestre compara al Molina de "La liebre mecánica" con el creador de "Alicia en el país de las maravillas", pero va más allá y destaca el cinematografismo  en el estilo de Molina y cita también a Cervantes y a Valle Inclán. José Maria Pemán nos habla en 1960 del teatro sumergido de Molina y compara su farsa "Las alumnas" con Ionesco, señalando que "el anémico panorama del teatro español necesita una voz nueva como la de Molina". Francisco Martín Martín con su artículo "Teatro de cine" es quien más aborda las influencias cinematograficas en la obra del autor tildando de cinematográficas todas sus dramatizaciones. En esta línea compara a Molina con el Buñuel de Viridiana o con el Goya de "La última comunión de San José de Calasanz". Juan Eduardo Cirlot nos habla del Molina plástico en su célebre artículo "El amanecer de lo informe". Aproxima la obra de Molina a la de Michaux, Velázquez, Dubuffet, Groszo o Eugenio Lucas. Alfonso López Gradolí recuerda que en el año 1952 Molina fue el precursor de los "happenings" y compara su obra pictórica a Giorgio de Chirico, Bretón, Picasso, Dali, Miró o Prèvert. Y como curiosidad cita unas exposiciones colectivas en las que Molina participó junto a Cocteau o Arp para finalizar hablando de la admiración que el maestro sentía por Solana. Para hablar de la obra pictorica fernandezmoliniana, Gabino Alejandro Carriedo cita a Kandinsky, Miró, Rabelais, Mompó, Brueghel, Magritte, de nuevo Chirico o Joyce, mientras que Victor Lope habla de una fotografía tomada en 1952 que resulta esencial, pues Molina posa junto a seis de sus obras donde se anticipa a Tàpies y donde impactan las decisivas influencias de Paul Klee o Joan Miró. Alejandro J. Ratia cita una exposición de escritores pintores en la que Molina participó junto a Buero Vallejo, Cela y Gómez de la Serna. Calvo Carilla, en su ya citado artículo, realiza un exhaustivo estudio de las influencias de Molina a lo largo de las distintas etapas de su vida, vislumbrando en su infancia a Defoe, Stevenson o Melville y destacando de nuevo a Gómez de la Serna y su literatura del objeto, la "cosología". Calvo Carilla también recuerda algo fundamental. Eduardo Valadés incluye a Fernández Molina en la antología de relato breve "El libro de la imaginación", en el año 1976, como uno de los ejemplos hispánicos más relevantes junto a Gómez de la Serna y Cortázar. Como en anteriores aspectos, las mejores pistas sobre sus influencias nos las da el propio Antonio Fernández Molina, de nuevo, en la genial entrevista con Antón Castro, reconociendo a Velázquez o Víctor Hugo como los artistas de su vida. Y como curiosidad reconoce a Dalí como uno de los mejores escritores españoles de todos los tiempos.
Saura y Molina

La última comunión de San José de Calasanz (Goya_1819)
Viridiana (Buñuel_1961)
Antonio Fernández Molina posee una obra incomparable, única y fundamental en la literatura española del siglo XX y el paso del tiempo no causa en ella mella alguna excepto la de toda obra universal, la huella del reconocimiento que, de una vez, ha de llegar. Recuerda Luis Alberto de Cuenca cómo fue propuesto, sin éxito, como candidato a recibir el premio que otorga la Fundación Principe de Asturias. Montells, sembrado una vez más, sentencia: "Si Molina fuera francés ya estaría en los altares junto a Bretón, Ernst o Mallarmé. En España no hay mejor cosa que morirse para llegar a genio". Emilio Miró en "Ínsula" ya calificaba a Molina como "uno de esos nombres injustamente proscritos" y el propio Antonio, de nuevo en la maravillosa entrevista junto a Antón Castro, afirma: "Comparativamente a los méritos de otros me hacen faenas, tratan de ignorarme". Los que han ninguneado a Molina o tratan de pasar por alto una obra unitaria, intemporal y esencial para el siglo XX, ignoran que la blanca babosa de la permanencia que ya vaticinaba Arrabal en el año 1966, está aquí para quedarse. A mí me gustaría imaginar  a Antonio Fernández Molina, ahora mismo, oculto donde está, con la misma expresión satisfecha que, según Raúl Herrero, exhibía en el Museo Reina Sofía mientras recibía un multitudinario homenaje en el año 2003 Es, por cierto, el artículo de Raúl Herrero que cierra el libro, el más cercano y emotivo. Queda aún un camino por recorrer para situar a Molina donde corresponde pero este libro, "Hablando de A.F. Molina" ya es un seguro salto hacia adelante.

Plenos de satisfacción a la salida de la biblioteca. (Fotografía: Alfredo Moreno)