martes, 25 de febrero de 2014

La resina del tiempo

...las hojas crecían en los árboles
como crecen las cosas en las películas
a cámara rápida...
(Scott Fitzgerald)

Arena fugada
de agrietada clepsidra,
sobre la mesa,
serrín del tiempo
se rinde al viento.

Aunque intente mecer las horas
sobre la azulada voz de Fitzgerald,
en Ella,
las cosas crecen rápido
y como en el cine,
se escapan, 
en voz de Scott,
con la cadencia de un reptil
que muda su piel.

A partir de cierta edad incierta
acompaña el llanto de las hojas,
cuando todavía no es otoño.
Arena fugada,
vaga crisálida;
todo lo que resta es ya
resina del tiempo.

Para terminar quería agradecer a la bloguera Edith T. Stone poder participar en su blog Sexy stories con un relato. Un placer!

viernes, 21 de febrero de 2014

Noches de Pabostría en Barcelona: Miquel Zueras Connection

Siameses (Miquel Zueras)


Momentáneamente y con motivo de nuestra reciente estancia en Barcelona, trasladamos la fórmula Noches de Pabostría a la ciudad condal y la reconvertimos en Nits de Portolá. Agradecemos, en este caso, la acogida en casa de nuestro amigo Miquel Zueras, un anfitrión estupendo con el que siempre pasamos divertidos momentos cuando visitamos Barcelona. Aquella noche cenamos pechugas de pollo en salsa de queso Stilton (tremendas, Miquel, tremendas...) y tras algunas copas de vino y los consabidos chupitos de whiskey Red Label, Miquel leyó su divertido relato Sexo siamés:


Sexo siamés


Cástor y Pólux –era su nombre artístico, evidentemente-, eran dos hermanos siameses unidos de cintura para abajo. A partir de aquí eran idénticos y compartían muchas cosas aunque había una notable diferencia entre ambos: cuando estaban de gira Cástor dormía como un lirón mientras que a Pólux le costaba mucho conciliar el sueño.

En el cuarto de un anónimo hotel, Cástor roncaba despreocupadamente mientras Pólux tenía los ojos fijos en el alba color merluza que se acercaba tímidamente a la habitación. El pálido sol que asomaba entre los edificios era un somnífero amarillo pero Pólux seguía sin poder dormir. De repente tuvo una idea: ¿Y si me masturbo? Mamá puño y sus cinco hijas solían relajarle en esos momentos insomnes.

Pólux empezó a maniobrar con infinita cautela, no quería despertar a su hermano. Su mano se movía rítmicamente, arriba y abajo. Bien, aquello parecía funcionar. Tenía visiones de tibias almohadas revoloteando sobre su cabeza y sobre cada una de ellas voluptuosas mujeres le dedicaban una lasciva sonrisa. Empezó a agitarse como un bote en medio de una marejada pero se detuvo al ver que su hermano se había despertado. Cástor le miró con ojos cargados de sueño y reproche:

-Esta noche no, Pólux. Estoy muy cansado y me duele la cabeza.

© Miquel Zueras



Por cierto que Miquel Zueras es también uno de estos blogueros que no se conforman con tener un solo blog. Además del que siempre enlazo en su nombre, Miquel es autor de estos otros dos blogs:  Rosebud y Mis fumetis 

Además de la coctelería Boada's y del restaurante La Parra, aprovechamos la estancia en Barcelona para visitar otro bar con encanto, el Xampanyet, que abrió sus puertas en 1929 y donde sirven un vino blanco espumoso, precisamente llamado xampanyet, que acompaña de manera excelente las tapas que llenan la barra, como por ejemplo, las anchoas, muy típicas de este local.

Algo concurrido el Xampanyet, a la hora del vermut

viernes, 14 de febrero de 2014

La corriente


Hoy me siento fascinado
por el torbellino que remueve
las hojas muertas, 
el lecho del río 
que desaparece, sin previo aviso,
en profundidad inalcanzable
y me entusiasma observar
el remolino salvaje,
desatado,
en las aguas que fueron mansas.

Sueño huracanes
que eleven las hojas vivas
de papel
y mezclen palabras,
lanzándolas después, sin orden,
a un concierto de improvisaciones.
En un desconcertante pentagrama de abismo
aparecerían, letra con letra,
palabras discordantes:

Reptar por los espejos,
gravitar en mis cuadernos,
rescatar el fovismo
en un lienzo plagado 
de blanco, negro, sombras;
quebrar el hermetismo
de un discurso catatónico.
Caminar en contra 
de nuestro final lógico,
vivos
y siempre manteniendo
rumbo septentrional.

Solo los peces muertos
se dejan llevar por la corriente.


Sí, hoy es el día de Valentine's day. Y el poema, esta vez, no trataba de amor. Sin embargo, ayer, estuve hablando con José Manuel Contreras en Cadena Ser Madrid Sur sobre Concierzo de viento (12 poemas + 1 vendaval) , recordando con algunos poemas que quedaban ya pocas horas para inaugurar oficialmente el día de los enamorados. Los que no pudieron escuchar el programa lo podrán encontrar aquí En el Rincón literario de la Cadena Ser también pudimos hablar de Frank Sinatra Así que me parece indicado acabar con él esta entrada, ¿por qué no? Como no podía ser de otra manera, sonará My funny Valentine. Quiero destacar el final de la canción. En ella, Frank, no respira. Así como suena. Une la palabra 'stay' con 'each', con 'day', con 'is' y con 'Valentine's' Sin respirar. Ahí queda eso. Y tampoco quiero despedirme sin agradecer a José Manuel Contreras la invitación para participar en el Rincón literario de la Cadena Ser Madrid Sur Abrazos y valentines a todos.

martes, 11 de febrero de 2014

Recreo



Llega lánguida
la voz de Jolie Holland.
El viento desconcha
las paredes de todos los pretéritos
a la luz de una vela
-que anula cualquier fluorescente-

Yo duermo como un niño
sobre tus pechos desnudos.
Adulto el juego, sin embargo,
ahora sueño con patios de colegio
en un recreo sin fin.


(*Te deseo mucha felicidad este día)

You painted yourself in (Jolie Holland) 

domingo, 9 de febrero de 2014

Sueñorrelato




Ciertamente había un grupo de amigos. Amigos de toda la vida. A pesar de ello, no los conocía. Aunque eso no importa realmente. Yo estaba allí, con ellos y con ella. Pero lo verdaderamente importante es que había una lluvia de fuego, había explosiones, había humo. Y corríamos. La ciudad era desconocida. Y además era una ruina. De cada pared derrumbada, de cada tejado hundido, ascendía una humareda negra hacia el cielo rojo. Todos huíamos. Intentábamos librarnos, despavoridos, de una horda que avanzaba más lentamente que nosotros pero con mayor decisión. A lo lejos, al final de lo que había sido una calle, divisamos aquella casa, rota, desvencijada. Ascendimos por los pocos escalones que aún se mantenían en pie y que conducían a la gran puerta de entrada. Esta únicamente permanecía unida al marco por uno de sus goznes. Tras nuestro paso, intentamos cerrarla, en vano. Una vez en el interior, la desolación que era aquella ciudad se extendía también por el pasillo de la casa. Por los cristales rotos de cada habitación se filtraba el aire viciado que acarreaba hedor a muerte y a  corrupción. Cortinas rasgadas, cenizas por el suelo, pedazos de vajilla y ropas revueltas a nuestro paso. Atravesamos rápidamente el corredor. Como una salvación llegamos a la última de las habitaciones y esta vez sí, logramos atrancar una puerta negra, intacta. Allí, en la oscuridad, podíamos ver sin ojos los últimos coletazos de la masacre. Escuchábamos con claridad, los rugidos, los lamentos, los vaguidos. En la parte trasera de la casa, un último alarido humano. A nuestro lado, allí donde debía existir en tiempos un próspero jardín, el mordisco de varias bestias sobre un cuerpo desmembrado. Y en la puerta que nos separaba de aquella triste realidad, los arañazos de una garras que ansiaban nuestra muerte.


Precisamente aquel era el mayor desconsuelo. Que no existía la muerte. Solo la no vida. Que no había descanso después del fatal mordisco. Pero, poco a poco, el ataque fue remitiendo. Cuando afuera no existía ya ningún sonido y todo parecía haberse detenido, nuestros oídos registraban nuestro propio llanto. El llanto común de unos individuos desesperados que se creían sentenciados a un final fatal, a ese no final que acaba con todo rastro de lucidez. Desde una habitación remota la radio escupía Baby won’t you please come home y Bessie Smith sonaba irónica en un eco ahogado. El más valiente del grupo, del que no recuerdo el nombre, abrió la puerta. Volvía a extenderse ante nuestros ojos el corredor, como un páramo de terror e incertidumbre. Pero esta vez reinaba el orden caótico que queda después de una batalla. Avanzamos con cuidado. Lentamente. La primera habitación mostraba la puerta entreabierta. Accedimos a ella. Era o mejor dicho, había sido, el cuarto de baño. Bajo un espejo roto y sobre el lavabo tumbado contra la pared, yacía el cuerpo de una mujer con la ropa rasgada y ensangrentada.  Solo pude fijar la vista en una pequeña vidriera, desprovista ya de cristales, por la que irrumpía en el interior aquel viento envilecido. Al asomarnos pudimos contemplar los restos de una ciudad consumida, un suelo cubierto de cuerpos inertes.  Algo desconocido había detenido la masacre, aquella horda sin cerebro. Aproveché la circunstancia para huir de esa casa con mi compañera.  Enfrentarse al exterior era un grave peligro pero prefería dejar cuanto antes esa ciudad maldita. Quizá el mundo no estaba infectado y existían aquellos lugares bañados por el sol, habitados por gentes que todavía no pensaban masacrar al propio ser humano. Me despedí del grupo. Bajamos las escaleras cogidos de la mano y comenzamos a caminar apresuradamente. 

Ella llevaba tiempo sin mediar palabra. Demasiado silenciosa. Su mano comenzó a perder fuerza sobre la mía. Era una mano blanda, lánguida, fría. En mitad de una calle flanqueada por esqueletos de edificios, nos detuvimos. La llamé por su nombre pero no reaccionó. Me situé frente a sus ojos y una descarga helada atravesó mi espina dorsal. Sus pupilas no se distinguían de iris ni esclerótica. Todo era una masa informe de sangre. Inmediatamente, apliqué el remedio que había leído en algunos libros y sosteniéndola entre mis brazos, la besé, profundamente. Fue un beso largo. Y en su boca, el sabor fue humanizándose.  Al separarme de ella, sus ojos volvieron a ser aquellos grandes ojos verdes, brillantes, vivos. Respiró aliviada. He llegado a tiempo –dije- Estabas infectada. Debe ser el aire viciado de esta ciudad. Por favor, vámonos de aquí –propuso ella- Y cogidos de la mano …. desperté

Aunque todo había sido un sueño, la realidad con la que había vivido esta historia apocalíptica me sobrecogió. Di la vuelta en la cama con la esperanza de encontrar su cuerpo pero ella no estaba. Sobresaltado corrí al  baño, al salón, a la cocina. Ni rastro. Llamé al teléfono pero estaba apagado. A punto de enloquecer, la desesperación empezaba a hacer mella en mí cuando encontré una nota en la nevera donde pude leer: "Cariño he ido al médico. Me he despertado algo extraña"



Este ha sido mi último sueño desconcertante. Espero que les haya entretenido.  

miércoles, 5 de febrero de 2014

El cierzo llega a Barcelona (Viernes 7 de febrero en la librería Alibri)



Ya ha tenido que solplar fuerte para llevarnos hasta Barcelona. Tampoco me sorprende. Sé de algunos concierzos que atravesaron el mar y llegaron hasta Mahón, en Menorca. Quizá ayuda el hecho de que Lucía haya nacido allí. Sea como fuere, el próximo viernes siete de febrero, presentaremos en Barcelona Concierzo de viento (12 poemas + 1 vendaval) El acto tendrá lugar en la librería Alibri (C/ Balmes, 26) y será presentado por Lucía Pons Escrich y yo mismo. Joan Casanova también participará en la presentación representando a la editorial Chiado. Y nos acompañará nuestro amigo Kike Ubieto, que recientemente ha presentado su disco Pan y Circo: ¡Salvemos a la banca! y amenizará la velada con alguno de esos estupendos temas que componen su último trabajo. Así que también habrá ¡mini-concierzo de Ubieto! Yo también intentaré amenizar leyendo algunos poemas (no muchos, para no leer todo el libro) Hoy publicaré aquí uno de los dos dedicados a la ciudad de Barcelona que están incluidos en Concierzo de viento:




Aquellas pequeñas lágrimas


He escuchado que en esta ciudad
todavía quedan lágrimas de mar.

Yo, ajeno al puerto,

del pez que fui

solo conservo las escamas.



Aquí, contigo,

fumando hierba frente a la estación,

me reconozco en pequeñas cosas;

amándote en infinitas habitaciones de hotel,

quemando fuego en las copas del Boada’s

o leyendo la poesía sincera

que inventa nuevos futuros.





Prefiero saborear la sal,

de tus labios

y controlar el oleaje,

en tu mirada.



Porque estas pequeñas cosas

me ayudan a continuar

olvidando que nuestro amor

fue robado nada más nacer,

que el mundo se consume sobre su propio eje

y que los lobos,

caníbales para los lobos,

ya conquistan la avenida.



He escuchado que en esta ciudad

las pequeñas cosas quedan

sobre las lágrimas del mar.



 Para seguir con el cierzo que nos transporte a buen puerto de Barcelona, terminaré esta entrada con mi amigo Kike Ubieto y su particular homenaje a José Antonio Labordeta titulado Ejército del cierzo



También quiero agradecer a mi amigo Sergio (UTLA)la difusión del evento que ha realizado desde su blog con una entrada muy emotiva que me ha encantado. ¡Gracias, amigo!

Nos vemos en Barcelona!!!

lunes, 3 de febrero de 2014

Contemplando San Juan de los Panetes...

En esta fotografía (de esta web) se aprecia estupendamente la inclinación de la torre de San Juan de los Panetes.


Otras más altas cayeron.
Perpetua, sin embargo, tú resistes.
Reverenciada al paso de los siglos, de las guerras,
al lento discurrir del río
que erosiona tus cimientos.

El corto alzado, ángulo de Pisa,
presagia derrumbe
y el pórtico monumental de tu entrada,
desproporcionada,
se expande en tiempos disfrazados de paz
como el incierto discurso político.

Desde este pequeño reducto,
torres más altas cayeron.
El sueño de tu ruina será la noche
de los pensantes
y el amanecer sublevado
un nuevo Renacimiento.


Fotografía de José María Sorando
 En el blog lo que veo en Zaragoza recomiendo la sección "torres" para ver los capiteles que pueblan los cielos de Zaragoza.

San Juan de los Panetes (S. XVI) Junto al Pilar y La Seo es la tercera iglesia de la Plaza de las Catedrales de Zaragoza y fue fundada por la órden de San Juan de Jerusalén. La primera construcción que se situó en este emplazamineto databa del siglo XII pero, al ser destruida por un incendio a principios del XVI, la órden de San Juan de Jerusalén mandó construir la actual San Juan de los Panetes. Esta construcción sufrió otro incendio en 1935, tras ser declarada Monumento Histórico-Artístico de Interés nacional en 1933 En 1960 se comenzaron los planes para remozar todo el edificio y restaurar su fachada y su torre para devolver su color oirginal. Es la única torre de Zaragoza que se conserva inclinada. La anterior, la Torre Nueva (la más alta de la ciudad) databa también del siglo XVI y acabó derrumbándose por decisión del ayuntamineto en 1892 Estas torres zaragozanas se inclinan con el paso del tiempo ya que están construidas con ladrillo. Son los llamados gigantes, con pies de barro.