Luis Buñuel, por el pintor Pedro Sagasta |
Como un quejido ronco de tambores
cortado con cristal estremecido
se enciende el rayo y me desaparece
(Miguel Ángel Yusta)
Se afanan los libros de Historia en recordar el Centenario de los Sitios de Zaragoza en lugar de señalar 1908 como la irrupción del cine en Zaragoza, año en que los tranvías eran tirados por mulas y la gente pudiente alquilaba casazas detrás de los cuarteles para veranear en las playas de Torrero. Pero quién necesita de aquellos manuales de Historia existiendo Mi último suspiro en el que Luis Buñuel relata su particular descubrimiento de la magia, del cine, en el local Farrucini, donde la gente se sentaba en los bancos de una barraca cubierta por una lona y esperaba para descubrir el nuevo invento del siglo XX. Picaresca, invención, relato fantástico o realidad, Buñuel no es exacto en sus memorias o, mejor dicho, es deliberadamente inexacto. En 1905 ya había llegado a la capital aragonesa el cinematógrafo y existían lugares para su exhibición, por ejemplo, en la calle Estébanes, 31, donde se situaba el Palacio de la Ilusión, lugar en que realmente el director aragonés vería su primera película, El tocino parlanchín.
Luis Buñuel retratado por Salvador Dalí. |
En el número 10, diciembre de 1999, de la extinguida revista Pasarela, dirigida por el pintor Eduardo Laborda y editada por el escritor Manuel Martínez Forega, Isabel Comps relata de manera minuciosa este primer contacto de Luis Buñuel con el cine. Fue, efectivamente, en casa de unos familiares donde, a través de la ventana de la cocina y de sus rejas, el pequeño Luis, junto a su vecina, la niña Carmen Sampietro, quedó fascinado por las imagenes en movimiento del Palacio de la Ilusión de la calle Estébanes. Por aquel entonces, la familia Buñuel vivía en la calle del Coso número 5, uno de los primeros edificios de Zaragoza que contaban con ascensor. Allí también vivía la pequeña Carmen Sampietro. En aquella sociedad las diferencias entre ricos y pobres eran enormes. Según recuerda Carmen para la mencionada revista Pasarela, los ricos iban de paseo en coches de caballos, paseaban en góndola por el Canal Imperial y las señoritas tomaban clases de piano. Ella misma tocaba muy bien el piano por aquel entonces y a los catorce años, ya tenía la carrera de Madrid. Siempre que el cineasta de Calanda visitaba a Carmen traía unas partituras. Entre las que le regaló figuraban Parsifal y por supuesto, Carmen. Como recuerda para este reportaje Carmen Sampietro, la buena amistad con Luis Buñuel, a quien recuerda como un hombre bueno, duró toda la vida.
En plena semana santa, viendo desfilar como todos los años (haya crisis o abundancia) a los cofrades de siempre y escuchando aquellos tambores que solo transmiten ruido donde debiera haber dolor y sufrimiento, pero no por un dios muerto sino por los hombres y mujeres que mal viven en la casa de al lado, uno no puede dejar de pensar qué haría de este mundo si Luis Buñuel regresara de su tumba para ser testigo, comprara los periódicos y realizara una película para contar, a su manera, el avance descontrolado de estos tiempos inútiles. Pero el pensamiento se me queda demasiado cercano a la utopía. Hoy ya no hay niñas saltando a la comba que arrojen al fuego las coronas de espinas que dejan de portar algunas monjas valientes. Ya no hay últimas cenas que acaben con los comensales, como pinturas negras de Goya, sucumbiendo a los placeres carnales y las debilidades del ser humano, ya no hay hombres "de bien" que se cuelguen de un árbol por sus pecados, ni vestidos de novia de muertas para que los vistan muertas en vida, ni cenizas en la cama. O, mejor dicho, sí que existen pero nadie muestra estas maldades. Nadie se atreve a enseñar la verdad como se atrevió Luis Buñuel con sus películas. En 1961 rueda Viridiana, una buena película para ver en semana santa. Los primeros minutos de la cinta, son impagables. La manera en que el director aragonés consigue perturbar al espectador en esa primera parte no se ha vuelto a dar en ningún otro realizador. Pero la película, durante todo el metraje, tiene momentos inolvidables, imagenes que se quedan en la memoria y que nos cuentan de una manera muy particular y única las maldades del ser humano. Así mismo, la llegada de Jorge (Francisco Rabal), un hombre "que no necesita ninguna bendición para vivir con una mujer", coincide con la conversión de Viridiana (Silvia Pinal) en falsa hermana de la caridad y con su evolución, desembocando finalmente en esa derrota que la libera, dejando de ser esclava de la iglesia para ser, quizá, esclava del deseo o de la carne. La frase final de Jorge "La primera vez que te vi ya supe que acabarías jugando al tute conmigo" es mucho más reveladora de lo que parece. La cámara se aleja y los tres (Jorge, Viridiana y Ramona) quedan en la habitación jugando a... ¿las cartas? En definitiva, corren tiempos favorables para volver a ver las películas de Luis Buñuel. Nunca envejecen y su cine sigue siendo ese quejido de tambores que se deja escuchar hoy igual que ayer, esa protesta que nunca cesa.
*He tenido acceso a la revista Pasarela, en primer lugar, gracias a mi amigo Jesús Laboreo, que regenta el bar Ragtime en la calle García Galdeano de Zaragoza. Posteriormente he podido acceder a más números de esta revista, gracias a mis amigos Eduardo Laborda e Iris Lázaro. Eduardo me mostró la fotografía original que aquí aparece escaneada y que Luis Buñuel dedica a su vecina Carmen Sampietro, así como un jarrón que aparece en la película Tristana y que mi amigo guarda como lo que es, un tesoro. Y es imposible hablar de la figura de Luis Buñuel sin recordar las conversaciones con uno de los mayores buñuelistas del momento, mi amigo Alfredo Moreno, con quien siempre acabamos hablando de cine pero, sobretodo, de Hitchcock y Buñuel, esos dos artistas no tan diferentes. Gracias a todos ellos, ha sido posible escribir este pequeño texto.
Acabaré con algo que le hubiera gustado al cineasta aragonés: Semana santa en Pabostría
En plena semana santa, viendo desfilar como todos los años (haya crisis o abundancia) a los cofrades de siempre y escuchando aquellos tambores que solo transmiten ruido donde debiera haber dolor y sufrimiento, pero no por un dios muerto sino por los hombres y mujeres que mal viven en la casa de al lado, uno no puede dejar de pensar qué haría de este mundo si Luis Buñuel regresara de su tumba para ser testigo, comprara los periódicos y realizara una película para contar, a su manera, el avance descontrolado de estos tiempos inútiles. Pero el pensamiento se me queda demasiado cercano a la utopía. Hoy ya no hay niñas saltando a la comba que arrojen al fuego las coronas de espinas que dejan de portar algunas monjas valientes. Ya no hay últimas cenas que acaben con los comensales, como pinturas negras de Goya, sucumbiendo a los placeres carnales y las debilidades del ser humano, ya no hay hombres "de bien" que se cuelguen de un árbol por sus pecados, ni vestidos de novia de muertas para que los vistan muertas en vida, ni cenizas en la cama. O, mejor dicho, sí que existen pero nadie muestra estas maldades. Nadie se atreve a enseñar la verdad como se atrevió Luis Buñuel con sus películas. En 1961 rueda Viridiana, una buena película para ver en semana santa. Los primeros minutos de la cinta, son impagables. La manera en que el director aragonés consigue perturbar al espectador en esa primera parte no se ha vuelto a dar en ningún otro realizador. Pero la película, durante todo el metraje, tiene momentos inolvidables, imagenes que se quedan en la memoria y que nos cuentan de una manera muy particular y única las maldades del ser humano. Así mismo, la llegada de Jorge (Francisco Rabal), un hombre "que no necesita ninguna bendición para vivir con una mujer", coincide con la conversión de Viridiana (Silvia Pinal) en falsa hermana de la caridad y con su evolución, desembocando finalmente en esa derrota que la libera, dejando de ser esclava de la iglesia para ser, quizá, esclava del deseo o de la carne. La frase final de Jorge "La primera vez que te vi ya supe que acabarías jugando al tute conmigo" es mucho más reveladora de lo que parece. La cámara se aleja y los tres (Jorge, Viridiana y Ramona) quedan en la habitación jugando a... ¿las cartas? En definitiva, corren tiempos favorables para volver a ver las películas de Luis Buñuel. Nunca envejecen y su cine sigue siendo ese quejido de tambores que se deja escuchar hoy igual que ayer, esa protesta que nunca cesa.
Silvia Pinal como Viridiana |
Nadie puede ver "Viridiana" sin recordar las pinturas negras de Goya |
*He tenido acceso a la revista Pasarela, en primer lugar, gracias a mi amigo Jesús Laboreo, que regenta el bar Ragtime en la calle García Galdeano de Zaragoza. Posteriormente he podido acceder a más números de esta revista, gracias a mis amigos Eduardo Laborda e Iris Lázaro. Eduardo me mostró la fotografía original que aquí aparece escaneada y que Luis Buñuel dedica a su vecina Carmen Sampietro, así como un jarrón que aparece en la película Tristana y que mi amigo guarda como lo que es, un tesoro. Y es imposible hablar de la figura de Luis Buñuel sin recordar las conversaciones con uno de los mayores buñuelistas del momento, mi amigo Alfredo Moreno, con quien siempre acabamos hablando de cine pero, sobretodo, de Hitchcock y Buñuel, esos dos artistas no tan diferentes. Gracias a todos ellos, ha sido posible escribir este pequeño texto.
Acabaré con algo que le hubiera gustado al cineasta aragonés: Semana santa en Pabostría
Chapeau!!
ResponderEliminarMerci!
EliminarCon entradas así se pasa mejor la semana santa, maño...
ResponderEliminarBueno, hay que pasarla. Anoche con Lucía nos pasamos por la procesión que iba desde la plaza del Pilar a Santa Isabel. Abrazos maño y enhorabuena por tu nuevo disco!
EliminarUna reseña magnífica, Marcos: ilustrada e ilustrativa, como debe ser. Si no conoces a Buñuel, una guía introductoria utilísima; y si lo conoces (y lo disfrutas), pues un recordatorio también inmejorable de cuánto le debemos al 'peligroso elemento' que fue tu paisano todos aquellos que amamos el cine.
ResponderEliminarUn abrazo y buenas vacaciones semanasanteras.
Hola Manuel, buenos días. Encantado de verte de nuevo por aquí. Soy un "recién llegado" al cine de Buñuel. No comprendo por qué tardé tanto. Hace algunos años había visto "Él" pero ningunma más hasta hace unas semanas que me he propuesto iniciar y lo hice con "El discreto encanto de la burguesía" y ahora, con "Viridiana" Y seguimos! Abrazos Manuel y felices vacaciones también para ti.
EliminarSupongo que debe ser una locura todo ese ruido,amigo mío, lo digo porque sufro de fonofobia. Al universal de Calanda le perturbó y a base de bien. Siempre introducía en sus películas estos redobles en momentos críticos,qué digo,critiquísimos, como por ejemplo al final de La edad de oro (ese cristo convertido en Sade) y en Nazarín, (cuando Paco Rabal debe aceptar lo irremediable) hay más,desde luego. Luego va él de grande y se pone a tocar el bombo, como Manolo y su hijo realizó un documental sobre este escándalo cristiano. En estos momentos prefiero la flauta dulce.
ResponderEliminarBuñuel; posible mente el más grande.
Un abrazo,amigo.
Desde luego, debe ser un tormento para los que sufren de fonofobia. De hecho, he huído de Zaragoza para ir a Jaca y ahí los tambores sonaban menos. Posiblemente. Abrazos, Paco.
Eliminar... Pero ¡querido Marcos... qué nos está pasando! Luis Buñuel ha querido que nos metamos en su mundo, nos ha poseído durante estos días... ¡Cómo he disfrutado leyendo tu texto y viendo las imágenes que lo acompañan! Ya sabes, un placer.
ResponderEliminarBeso
Hildy
Parece ser que hemos coincidido en hablar y tratar a Buñuel, amiga Hildy. Todavía me queda mucho po descubrir del universo buñuelesco. Gracias por pasarte. Saludos!
EliminarSoy una rendida fan de Buñuel, he visto todas sus películas y algunas de ellas varias veces. Su cine estaba lleno de sugerencias y también de puñetazos a la sociedad acomodada y religiosamente fanática con una moral sexual falsa.
ResponderEliminarNo puedo con la semana santa, con la religiosidad de pacotilla que sigue alimentando en este país a una de las instituciones que más ha perjudicado su posible modernización. Estoy totalmente en contra de que ocupen las calles y nos obliguen a los demás a acomodarnos a sus gustos, etc etc, no sigo.
Tu texto sobre Buñuel, magnífico.
Besos!!
Conozco bien los tambores del Bajo Aragón, incluso he salido en un par de ocasiones a tocar en uno de esos pueblos cuando era muy joven.
Hola Luna Llena. Gracias por pasar y dejar tu comentario. Tomando el año en que se rodó "Viridiana" y escogiendo alguna de esas escenas qeu quedan para siempre en nuestra memoria de espectadores, uno ya puede comprobar de lo qeu fue capaz el genio de Calanda. Ahí sigue la semana santa, por otro lado, cada vez con más seguidores, parece ser. Incluso se ha convertido en un reclamo para el turismo. Hay cosas que nunca cambiarán en este país o a las que les costará siglos cambiar si lo hacen alguna vez. Gracias por pasar Luna Llena. Abrazos.
ResponderEliminarMe ha parecido volver a escuchar ese retumbar de tambores avanzando por una calle oscura. Magnífico local, el Ragtime. Estoy seguro que le habría encantado a Buñuel. El genial director usaba un termómetro para asegurarse de que el hielo para sus Dry Martini estuviera a 20 grados bajo cero, introducía un tercio en la coctelera, añadía vermut Noilly Prat, 1/2 cucharadita de angostura. Agitaba la coctelera y tiraba el líquido, conservando el hielo ya perfumado, sobre el hielo derramaba la ginebra, agitaba la coctelera y servía.
ResponderEliminarAbrazos! Borgo.
Seguro que a Buñuel le hubiera encantado el Ragtime, sí. Era todo un gourmet de la coctelería, desde luego. Lo que me llama la atención de la receta que nos dejas es la angostura. Bueno, está claro que habrá que probarlo. Abrazos, amigo Miquel.
EliminarEn realidad el cien de Buñuel quizas con la excepción de Viridiana, no me entusiasma. Quizás sea ese aire de intelectualidad o simplemente que encuentro forzadas tanto actuaciones como los temas que trata en la mayoría de sus peliculas.
ResponderEliminarTal vez sea manía personal mía, pero es un director al que nunca le encontré la gracia. Eso si, viridiana es otra cosa....Cuidate
Hola Plared, gracias por pasar. Aire e intelectualidad sí que le veo al cine de buñuel pero no me parece forzado sino consecuencia de la vida que vivió el cineasta aragonés. Recordemos que se movió en el Surrealismo y lo vivió de lleno. "Viridiana" es la tercera película que veo suya y voy a seguir con el resto de filmografía. Ya lo cntaremso por aquí. Saludos Plared.
EliminarGracias, Marcos, por acordarte de este buñuelista (muy exagerado me parece decir esto, que conste; por no decir que tampoco sé hacer buñuelos...).
ResponderEliminarUn texto estupendo, muy bien expuesto y documentado, muy personal y al mismo tiempo muy acertado (dos detalles. el cine llega a Zaragoza mucho antes de 1908, recuerda que la primera película española se filma en Zaragoza en 1896 y Eduardo Jimeno Correas abre en pleno Paseo de la Independencia nº 27 la primera sala con la llegada del siglo; por otro lado, un detalel menor: "ruta del tambor y del bombo").
Luis Buñuel es un cineasta inagotable, y el único en TODA la Historia del Cine que logró con su obra trascender los límites del propio medio cinematográfico, del propio arte, para sobrepasarlo y convertir las imágenes, los contextos dramáticos y narrativos, los subtextos que palpitan bajo sus películas, en una cultura superlativa, elevándose, desde el hombre, a las más altas cotas de la filosofía, el pensamiento, la cultura y la historia. Es irrepetible, inenarrable, único, como decía Jean Cocteau, inigualable. No ha habido otro, ni habrá, como él.
Abrazos
Bueno, eso de buñuelista venía al pelo, Alfredo porque recuerdo una lectura tuya del "Mi último suspiro" con un buñuelo delante de la cámara..."La salida de misa de doce del Pilar" efectivamente se considera la primera película del cine español pero supongo que el cine se expandió de manera notable con la Exposición de 1908 y todo el cambio que experimentó la ciudad en aquella época. Pero, vamos, quién no daría "varios euros" ahora por poder trasladarse en el tiempo a esa primera sala que comentas del Paseo Independencia 27. Yo ya tenía mi primer viaje en el tiempo decidido, desde luego. Desde luego, no ha habido ni habrá otro Buñuel. Me ha gustado eso de "inenarrable" Quizá solo su cine habla por él mismo. Abrazos.
EliminarGran entrada, Marcos. Sí, eso decía Buñuel en el libro, que después de muerto le gustaría volver de vez en cuando a echarle un vistazo a los periódicos, saber por dónde anda el mundo. A mí también me gustaría volver, también de vez en cuando, y ver una película. De Buñuel, por ejemplo.
ResponderEliminarSaludos.
Hola Licantropunk. Sería bonito poder, de vez enc uándo, seguir disfrutando del cine después de la muerte jeje. Gracias por tus palabras. Abrazos.
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