Encuentro días
de acero azul invierno,
horas de hierro
que pasan sigilosas
por la esfera,
como si quisieran no existir,
por el andén
que es mi reloj de pulsera.
Como si desearan no insistir,
rodean mi muñeca,
me detienen
y advierten
que son ellas las que no se detienen.
Pase lo que pase, no agotan sus pasos.
Pasan.
Transcurren las horas del filo de la navaja,
se descuelgan
y yo danzo encima de ellas,
intentando conquistar su ritmo.
Como si quisiera conquistar el tiempo,
tropiezo.
Mis pies ya no saben bailar.
Es el momento en que un piano,
de algún lugar remoto, nace
y está lloviendo.
Yo quiero ser él.
Solo deseo ser la rosada
o
una lluvia susurrante
que no se siente, ni se ve, ni se escucha.
La lluvia suave
que, al día siguiente, sorprendentemente
ha cubierto la ciudad con su humedad.
-Sale el sol que todo lo seca.
Pero estuvieron allí.
Quisieron ser-
Deseo el gusano de esta manzana podrida
de casas,
el frío hiriente en mi cúbito de hielo
y en mi radio impaciente, el dial marchito;
este alucinaje de palabras
preparando
un alunizaje de poemas
que desean más que un sueño
para contar,
que conocen de lo que este mundo
es capaz.
Quiebro mis barrotes como huesos,
quemo las escamas de la piel.
Solo quiero ser
el rastro en tus ojos
de la lluvia susurrante.
La canción que suena es Gentle rain, por Diana Krall
Danzar sobre las horas de filo de navaja, es tropezar en el baile inacabado, es empezar a aprender el baile de la lluvia que no debe cesar.
ResponderEliminarPrecioso, Marcos.
Un beso.
Qué maravillosa voz, qué maravillosa canción… y qué maravilloso poema. Cuántas excelentes imágenes poéticas. Ese andén que es tu reloj de pulsera, ese descolgarse de las horas, piano y lluvia, la manzana podrida… de casas… Todo. Excelente combinación, Marcos.
ResponderEliminarCada día me gustan más tus versos
ResponderEliminarLa primera vez que escuché a DK (horas y horas) no dejé de pensar que era perfecta para escuchar un día de lluvia. ¡Coincidimos¡
ResponderEliminarHay tantas frases bellas en tu poema que no sé cúal elegir, puede que la tristeza exista para que personas comu tú la conviertan en hermosa.
Un Abrazote
Me seduce todo, esa voz surrante leyendo el poéma ¡precioso Marcos!.
ResponderEliminarEs un regalo en éste frio y helado lunes de Enero.
Un beso
Preciosos tus comentarios, siempre, Marisa. Te agradezco tu paso por este blog, algo más que una suave lluvia. Besos.
ResponderEliminarMe alegra quwe te haya gustado esta combinación jazzística-poética, Juan. Realmente el piano de Diana Krall parece llover o llorar con ese suave sonido. Abrazos amigo.
Gracias Cruz, por pasar y dejar tus palabras. Besos.
Sí, tiene una voz perfecta para la lluvia o para la madrugada, Jonhancome. Muy bonito lo que has dicho. Gracias. Un abrazote.
Un beso abril y gracias por poner calidez después del frío invernal.
Eso es el frío del tiempo o de la nada...
ResponderEliminarImagino esas agujas del reloj dando vueltas y vueltas sin llegar a ese momento del tiempo que anhelan...
aún así añoro los días de lluvia :D
Besos abisales
Qué voz tiene esta mujer...
ResponderEliminarMe ha encantado el "alunizaje de poemas"...
Echaba ya de menos tus versos y ese maravilloso don que tienes para combinar a la perfección palabra, imagen y música.
ResponderEliminarMuy feliz año para ti y para tu exquisito blog. Besos, Marcos.
El tiempo...cuánto amarra el tiempo!!!
ResponderEliminarPoema lleno de imágenes. Para empezar "acero azul invierno" Sí, ese azul es exacto a los días despejados, por lo menos para mí. Un azul frío promesa de lluvias por venir...
Me ha encantado leerte, Marcos. Eso no es novedad, pero si de agradecer.
Un abrazo.
Qué versos tan bonitos. Igual que la voz de Diana.
ResponderEliminarSaludos.
Los días de lluvia existen para ser añorados, Abismo, claro que sí. Gracias por pasar. Besos.
ResponderEliminarVaya voz! Inspira muchos sentimientos, sí. Gracias Roberto.
Feliz año Clementine. Espero que sea un buen año para ti. Gracias por volver a pasar. Besos.
Gracias a ti, acróbata, por dejar tus comentarios. Y por tus palabras que rompen ese acero azul invierno.
Gracias Charly. La voz de Diana es única. Saludos.
Me acabas de teletransportar a un apacible día de lluvia, aunque el sol acompañe a mis alumnos en el patio mientras esperan para entrar a comer.
ResponderEliminarLa voz suave de Diana Krall ha sido la elección perfecta para esta entrada tan repleta de sutilidad.
Besos.
La lluvia, siempre es una ventana abierta a la nostalgia... Es precioso Marcos, de principio a fin, a pesar de la dureza de esas "horas de hierro" "los tropiezos del tiempo" "el frío hiriente" y "las escamas de la piel"
ResponderEliminarY esa voz, esa música... como dicen por ahí arriba ¡¡perfecta para un día de lluvia susurrando en la mirada!!
Un abrazo
Al menos, es una lluvia suave ya amable, aunque haya sol por ahí. Gracias Mucipa. Besos
ResponderEliminarGracias Ángela. Sí, tiene un comienzo durillo pero se suaviza con la lluvia. Besos.
El frío hiriente de mi cubito de hielo, mis barrotes como huesos... imágenes dolorosamente sugerentes. Un poema con fuerza. Un beso
ResponderEliminarGracias Anaís, un beso!
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