martes, 18 de marzo de 2014

Sesión de cine, momentos: La hora de los valientes (Antonio Mercero. 1998)


Llegada de Las meninas a Ginebra
El romántico recuerdo que existe hacia la República en nuestro país, comprensible, lógico y cada día más extendido, ha tenido su reflejo en el cine español con un gran calado, en algunas ocasiones de manera más justificada o mejor abordada que en otras. Pero aún así,  El Museo del Prado es más importante para España que la Monarquía y la República juntas, decía Manuel Azaña, presidente de la Segunda República Española y en torno a esta premisa gira el argumento, en ocasiones demasiado previsible, de La hora de los valientes. Todo el trasiego que llevaron las obras de arte del Museo del Prado durante la Guerra Civil española es un tema muy amplio y complejo que en esta película se roza de pasada y se intenta reflejar en la imagen de Manuel (Gabino Diego) un joven anarquista, celador del museo que, en el último momento, rescata el Autorretrato de Goya, de debajo de unos escombros (algo completamente increible que los responsable del Tesoro Artístico dejaran olvidada esta obra). En la realidad, las obras viajaron a Valencia, de ahí a Barcelona y de Barcelona a Figueres. El compromiso internacional, al principio, fue nulo y hubo que esperar a 1939 para que se decidiera enviar las obras a Ginebra. En todo este éxodo artístico, relatado minuciosamente en Éxodo y exilio del arte (Arturo Colorado Castellary) el peor parado fue, precisamente, Los fusilamientos del 2 de mayo de Goya, que fue rasgado contra un balcón durante el traslado a Barcelona, desde Valencia. Quizá por esta razón, a modo de homenaje y como una premonición de la penuria que sufrió el Madrid republicano, la película comienza y finaliza con esta obra y con el entrañable Manuel explicando la vida y milagros de su autor, Francisco de Goya.
Pero la cinta, alejada de tintes realistas para aproximarse más al romanticismo, no cuenta el periplo de aquellos tesoros viajando hasta Barcelona y después a Ginebra. Lo que aborda es la tierna historia de ese humilde celador viajando por un Madrid desolado y protegiendo en todo momento el Autorretrato de Goya, hayado bajo los escombros de una sala del Prado. Y pretende reflejar, en la figura de Manuel (sin duda, el nombre del celador protagonista de esta historia es otro guiño a Manuel Azaña), a todos los valientes que, en algunos casos, se jugaron la vida por salvar el arte de la barbarie humana de la guerra.
En algunas ocasiones, la película lo consigue, pero en la mayoría cae en una sensiblería facilona en una historia donde, desde el minuto uno, el espectador sabe cómo va a terminar. Sin embargo, hay un par de momentos que me gustaría destacar de La hora de los valientes. Uno de ellos se produce hacia la mitad del metraje. Manuel, vive en una pensión regentada por su tía Flora (estupenda, Adriana Ozores) junto a Carmen (Leonor Watling), una joven que rescató, tras encontrarla en el metro de Atocha durante un bombardeo y al abuelo Melquiades (Luis Cuenca). 
Flora (Adriana Ozores), Melquiades (Luis Cuenca) y Manuel (Gabino Diego)

Carmen (Leonor Watling)
La familia no sabe dónde esconder la obra rescatada del Prado. Durante una inspección de los milicianos, deciden colgar el cuadro en la pared como si fuera un simple retrato y ante la pregunta de uno de ellos, Melquiades irónicamente responde "es mi tío Paco, de Zaragoza" y de esta manera consiguen que la obra pase desapercibida y burlar el registro al que son sometidos. Otra de mis escenas preferidas en esta película ocurre durante el "bombardeo de pan blanco" que las tropas franquistas hicieron sobre Madrid, mientras por la radio se escucha esta propaganda del bando republicano: "Atención madrileños, para acabar con nuestra moral de heroica resistencia, aviones rebeldes han comenzado a arrojar sobre la población panecillos envueltos en insultante propaganda fascista, no comáis ése pan envenenado, el pan que llegue a vuestras manos debéis entregarlo en la comisaría más próxima o en vuestro sindicato, ese pan que nos tira Franco como si fuésemos perros". Carmen decide recuperar algunos panecillos envueltos en propaganda franquista ya que el hambre hace estragos en todos los habitantes de la pensión de Flora. Cuando Melquiades llega a casa y ve a Carmen comiendo de este pan, pone el grito en el cielo y le pide que deje de comer porque está envenenado. Al final de la escena Melquiades acaba comiendo también de ese pan, maldiciendo a las tropas franquistas y gritando ¡Viva la República! Es una escena que traslada con un punto cómico la cruda realidad que vivían los madrileños durante el asedio. 
Manuel con Goya debajo del brazo y Melquiades.
Con todo, quisiera destacar como aspectos más realistas que sí traslada la película, las largas colas que había que esperar para conseguir algo de aceite o leche, a través de las cartillas de racionamiento. La necesidad de vender cualquier efecto valioso, a pesar de que su valor fuera sentimental, para poder sobrevivir; la falta de comida, el hambre, o recurrir al disfraz de embarazada (como hace Carmen en una escena) para recibir más alimentos en las colas que formaban las mujeres con la cartilla de racionamiento. Son aspectos que dan cierto realismo a la película pero quizá no el suficiente. Así pues, La hora de los valientes es un buen intento pero se queda ahí. No cuenta la aventura que sufrieron las obras de arte, viajando desde el Museo del Prado y tampoco consigue personalizar toda esa hazaña en el personaje de Manuel ni, precisamente, recuperar todo el sentido que tiene la frase de Manuel Azaña y que parecía ser el motivo en torno al cuál quería girar la obra de Mercero. 


16 comentarios:

  1. Hombre, me parece que lo que hay por la Segunda República es algo bastante más que romántico. Con sus errores (muchisimos e importantes) y sus aciertos (igulamente numerosos y todavía más importantes que sus errores) sigue siendo el intento más serio, por su profundidad y rapidez (España avanzó más en cinco años que en cinco siglos) de modernización, democratización y culturización que ha habido en este país en toda su historia. Y no, no me olvido de la Transición, actualmente santificada por los sectores que entonces no la querían, y que hoy no quieren repetir un periodo tan osado y lúcido (por tanto, cuajado de temeridades, fallos y logros) como la II República.
    Luego estamos los que, por coherencia democrática, pensamos que una III República sería un buen punto de partida para regenerar de una vez este país de tal manera que pueda llamarse así, y no la casa de putas que lleva siendo quinientos años (legalmente sólo desde 1812).
    Abrazos

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  2. Por cierto, la película, flojica.
    Abrazos

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    1. Sí, es algo mucho más que romántico pero me quería referir a que, en nuestro cine, muchas veces se quedan en el romanticismo y me parece una manera de malgastar celuloide. Por ejemplo, esta película no recupera lo que realmente fue la II República y algo como lo que tú señalas en tu comentario. Quizá la hora de los valientes sea precisamente ahora y sí, una Tercera República es la evolución lógica. Abrazos Alfredo.

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  3. Me suena haberla visto. O vi una que no me acuerdo del nombre. Me pondré el trailer. Porque me encantaría verla otra vez, o por vez primera...

    Gracias por tantos datos

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    1. Es agradable de ver, Karin. Pero sin más pretensiones. Espero que disfrutes.

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  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  5. No me tienta demasiado la verdad. Estoy muy cansado de películas de "guerracivilismos" con dosis de romance barato.
    Prefiero ver documentales o leer sobre el tema. El cine español de este tipo no me gusta.

    Un saludo!!

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    1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    2. Charly, tu comentario demuestra que todavía hay mucho que trabajar en este tipo de cine aunque, como digo, "La hora de los valientes" tiene momentos estupendos. Gracias por pasar.

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  6. Yo soy muy fan del cine español, y esta se deja ver si no esperas grandes cosas.

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    1. Gracias por pasar, Roberto. Sí, hay momentos como el del bombardeo del pan o el momento en que cuelgan a Goya de la pared, que son buenísimos. Abrazos.

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  7. Yo la vi cuando la estrenaron en el cine y tengo buen recuerdo de ella. Tiene varios aciertos como tú bien señalas en tu texto (y qué bueno que la recuperes cuando está en cartelera Monuments men, que me decepcionó bastante, pero no así el tema: arte y guerra... y la pregunta: ¿qué vale más la vida de un hombre, o una obra de arte?¿Cómo preservar el patrimonio artístico -libros, esculturas, edificios, pinturas...- en tiempos de guerra?¿Qué pasa si se pierde ese patrimonio?).

    Pero me has hecho pensar en cómo se ha reflejado la II República en el cine español y creo que es un tema muy interesante para analizar y del que aún quedan muchas historias de cine que contar. La primera que me ha venido a la cabeza ha sido Belle Epoque pero también La lengua de las mariposas.

    Besos
    Hildy

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    1. Hola Hildy, pues no he visto "Monuments men" aunque sí e oído hablar de ella. Pero recuperar "La hora de los valientes" ahora ha sido casualidad. Ante tus preguntas, una vez más, la frase de Azaña, aplicable al patrimoniao artístico de la humanidad: "El Prado está por encima de República y Monarquía" Una frase muy adelantada para su tiempo, como toda la II República. Es muy interesante el tema de la República. "La lengua de las mariposas" es una película estupenda. Creo que es muy buen reflejo de aquella España que hoy parece tan lejana y además está Fernando Fernán Gómez, garantía de éxito. Una vez más, gracias Hildy.

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  8. "La hora de los valientes" quizás no pase a la historia como una gran película pero personalmente me gustan Gabino Diego,Leonor Watling y Adriana Ozores ellos ya son una garantía de gran película y la historia sobre el autoretrato de Goya me parece que cumple muy bien su papel.
    Finalmente durante asi dos horas se pasan unos momentos entretenidos que es de los que se trata.
    Un saludo.

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    1. Sí, Yuri, a pesar de todas las pegas de las que he hablado, a mi me entretuvo muchoy en determinados momentos me gustó. Abrazos y gracias por darnos tu opinión.

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  9. ¿Alguien podría pasarla, por favor?

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