Buenas noches

Bienvenidos a este tiempo detenido sobre una ciudad desnuda que, sin embargo, sigue palpitando, a las dos de la madrugada, en nuestros más íntimos pensamientos. Como ya anuncié en el blog El sueño eterno mi intención era la de regresar al mundo de los blogs lo más pronto posible, al haber ordenado ya un poco más mi tiempo y de hecho, al haberlo detenido, al menos, para poder crear y llevar al día este nuevo blog. El tiempo detenido pretende marchar en la misma línea que El sueño eterno pero con ausencia total del caos (si esto es posible) y siguiendo una organización en la publicación. Doy la bienvenida a cualquiera que quiera entrar y detenerse conmigo, a los viejos amigos y conocidos de la anterior etapa y en definitiva, a todo el que quiera compartir. Una vez más, mi agradecimiento a todo aquel que cruce el umbral de la madrugada por estas puertas. Bienvenidos al desván.

 

El desván     

Guardo en un desván, tan lejano como un abismo,

unos troncos húmedos que imaginaron el fuego.

En un témpano de hielo, hay un corazón latiendo,

un pedazo de cielo que deseó besar el mar.

Guardo una barca que quiso navegar sin remos,

sin agua, a la suerte del viento.

Hay quien observa el destino

desde una carretera

donde no es posible avanzar

y hay quien construye diques en lo sueños

para no permanecer

maniatado al insomnio.

Después de todo, en la noche, nada parece tan grave

y desde la planta calle, con todas las luces encendidas,

se disimula bien la angustia enjaulada

y la oscuridad del desván,

esa parte privada de tu hogar

que a nadie muestras

y solo tú conoces.