Mia Farrow en ""Días de radio" |
Había una época en que las familias se sentaban alrededor de una mesa con el único propósito de disfrutar, divertirse o emocionarse con los programas que se emitían por la radio . En esta actividad, el televisor sustituyó al invento de Tesla, (o Hertz, o Popov, ya que resulta casi imposible atribuir el invento de la radio a alguien en particular) pero, contrariamente a lo que se pensó con la llegada de la televisión, no dejó de existir y se reinventó. En España, la radio fue el entretenimiento familiar hasta bien entrada la década de los sesenta ya que, anteriormente, el televisor sería poco menos que un artículo de lujo. Aunque las primeras transmisiones regulares tuvieron lugar en Argentina, fue en Estados Unidos donde la radio alcanzó mayor popularidad a partir de 1920, durante la década de los treinta, explotando en la década de los cuarenta y convirtiéndose en elemento indispensable para el hogar de cualquier familia.
Si Gil (Owen Wilson, en Midnight in Paris) era un "vendedor de nostalgia", Woody Allen no deja de ser algo parecido en Días de radio. Pero si lo que vende es nostalgia, la vende bien. De hecho, la compramos. Porque Woody Allen se sirve de la radio como un hilo conductor para retratar a la sociedad norteamerciana de los años cuarenta. Mediante gags al estilo Toma el dinero y corre (1969), situaciones absurdas en unos casos, hilarantes y locas en otros, nos encontramos con momentos tan inusuales como un simulacro de bombardeo en pleno Nueva York, tras el desastre de Pearl Harbor, o un submarino nazi navegando por la costa de Manhattan. A través de los ojos del niño Joe (Seth Green), Woody Allen nos presta sus ojos o más bien, sus recuerdos, para narrar lo importante que fue la radio para él y para su infancia. Es pues, una película casi autobiográfica. Porque Joe es un niño que vive en el seno de una atribulada familia judía asentada en Brooklyn que, en plena época dorada de los cuarenta, ve su infancia marcada por la radio, por sus voces y por su música. Su familia, desde el primer momento del amanecer hasta la última hora de la noche, vive literalmente pegada a un aparato que no se apaga excepto cuando todos duermen o cuando se celebra algún evento religioso. Joe y su familia vivirán aventuras y anécdotas ligadas con la radio, que nos acompañarán a lo largo de toda la película, estableciendo el contraste entre el modo de vida de las adineradas estrellas radiofónicas y los sufridos y pobres oyentes, en definitiva, sus fieles seguidores.
Joe, interpretado por Seth Green |
Tenemos a Joe como Woody Allen, de niño. El otro personaje principal será Sally White (Mia Farrow) una jovencita falsamente inocente, vendedora de cigarrillos en el Morocco, amante de un personaje radiofónico popular, cuyo único sueño es ser también ella una estrella de la radio. Junto a ella recordaremos cómo se realizaban los programas y las grabaciones musicales de la época. Sally también nos llevará a conocer a una típica familia italoamericana, afincada en Brooklyn, tras presenciar un asesinato como ajuste de cuentas de la mafia. Escena muy recordada, entre Mia Farrow y Danny Aiello. Completan el reparto principal, como padres de Joe, Julie Kavner, intentando mantener su familia a flote y Michael Tucker, padre y taxista.
Rocco (Danny Aiello) y Sally (Mia Farrow) |
La familia de Días de radio bien piodría ser la familia de Allen |
En definitiva, esta comedia es un homenaje a la cultura popular radiofónica, con una sucesión de situaciones y anécdotas que, en la mayoría de los casos, cuentan con una base real. De hecho, somos testigos de cómo una pareja, que intentaba mantener relaciones sexuales dentro de un coche, es interrumpida por la famosa emisión de radio que Orson Welles realizó adpatando la obra de H.G. Wells, La guerra de los mundos. La emisión real tuvo lugar para la CBS el 30 de octubre de 1938 y al radiarse la invasión alienígena a modo de noticiario, muchas personas creyeron que se trataba de una noticia real. El pánico se extendió rápidamente por todo el país. Según algunas versiones, aunque al comienzo del programa se aclaraba que era una historia de ficción, se considera posible que la emisión sirviera también de experimento para comprobar el poder mediático de la radio.
Orson Welles grabando para la CBS |
Además de la radio, como hilo conductor también tenemos, más que en ninguna otra película de Allen, la música, su pasión por el jazz. Qué duda cabe que, en la década de los cuarenta, el sonido de las Big Band y el swing se apoderó de norteamérica, llegando e influyendo posteriormente en el resto del mundo. Las canciones elegidas por Woody Allen difícilmente serían superadas. Tenemos I'm getting sentimental over you, interpretada por Tommy Dorsey o Pistol packing mama, por Bing Crosby y las Andrews Sisters (que se puede escuchar al comienzo de este post) También, cómo no, está Frank Sinatra y en su voz podemos escuchar If you are but a dream sonando en una escena memorable, de gran belleza, en la que acompañamos a Joe en su paseo por el Radio City Music Hall. También suena Glenn Miller y su famoso, inmortal, In the mood, Carmen Miranda o a la orquesta de Xavier Cugat. Por si tanta música no fuera suficiente, también podemos ver cantando (o intentándolo) a dos de las musas del director, Diane Keaton y a Mia Farrow. Además, cada canción está donde tiene que estar. Nada más comenzar la película vemos a dos ladrones que, con las luces apagadas, intentan cometer un robo. El teléfono suena y la llamada proviene de un programa de radio donde suena Bailando en la oscuridad (Dancing in the dark). En otra ocasión, después de que Danny Aiello dispare y mate al jefe de Sally, la canción que suena es Guarda tu pistola, mamá (Pistol packing mama) y sin embargo, cuando suena I'm getting sentimenal over you, vemos a un hombre llorando por la pérdida de un amor.
Radio days es una comedia muy criticada a pesar de ser una de las obras más íntimas del director. Pero resulta imposible ser un enamorado de los años cuarenta, de su música y no caer rendido ante esta maravillosa película llena de nostalgia y pasión por una época, por unas voces, por una música, que cada vez suenan más lejanas, en el recuerdo.