Somo cuatro amigos desencantados con la sociedad en la que vivímos, con el mundo, en definitiva, con la humanidad y decidimos que ya no merece la pena seguir viviendo. Pero para nuestras últimas horas deseamos entregarnos a los placeres banales y sencillos que otorga la existencia, a la demanda de nuestro hedonismo y al menos, morir saciados con ello, ciegos para no poder ver la realidad en la que el mundo nos ha convertido. Morir en una orgía de placer, en una orgía de lujuria y gula, dos de los pecados capitales que más tientan al ser humano. Morir saciados, reventados de orgasmos y de comida. Ese es el objetivo, planeado o no pero, por otro lado, ese es también nuestro único posible destino. Así es La gran comilona (La grande bouffe. Marco Ferreri 1973), una polémica co-producción italofrancesa en la que se reúnen Marcello Mastroiani, Ugo Tognazzi, Michel Piccoli y Philippe Noiret. Es significativo que los personajes que los cuatro actores representan en pantalla tengan los nombres reales de cada uno. Así Mastroiani encarna al lujurioso Marcello, Toganzzi al insaciable Ugo, Piccoli al chef Michel y Noiret al tímido pero desencantado Philippe. Los cuatro amigos citan a cuatro mujeres para disfrutar de ellas durante sus últimas horas de vida. Ellas son Andréa Ferréol, Solange Blondeau, Florence Giorgett y Monique Chaumette.
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Andréa Ferréol y Michel Piccoli. En la película, Andrea es una profesora que se deja llevar por el desenfreno |
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Marcello da de comer a una de las prostitutas |
Ninguna de las cuatro muere. En cambio, ellos van cayendo uno a uno, a medida que crece el desenfreno, aumenta la debacle y todo el microcosmos de la mansión donde se encierran se va llenando de la decadencia, esa decadencia de la que precisamente pretenden huir. Sin embargo, la manera de morir de cada personaje es muy distinta y también muy significativa. El primero en caer es Marcello y lo hace sin hacer ruido, en soledad; se podría decir que muere elegantemente, sentado en el Bugatti 37 (por el que se siente entusiasmado desde el primer momento de la película), dejando que el frío de la noche le congele. Se deja morir. Todo lo contrario, por ejemplo que Philippe. Este es el último morir y parece el único que teme ese momento, el único que parece querer evitarlo. Siempre está descontento con las decisiones que toma el resto del grupo, siempre está en contra de los nuevos placeres que se proponen pero, finalmente, acaba disfrutando de ellos igual que los otros tres amigos. Sin embargo, Philippe muere en compañía de su amada, una mujer con la que acaba de contraer matrimonio a pesar de que se acuesta con todo el resto del grupo, a la vez. La muerte del chef que prepara todos los platos, Michel, es la más asquerosa de todas. Es la imagen perfecta de la gula y literalmente, parece que revienta de placer cuando expira panza arriba, tragando el último bocado de un pastel que ha comido él solo. En definitiva son cuatro suicidios de cuatro víctimas del placer. Y me ha parecido una adecuada película para abrir hoy en el blog una nueva sección.
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Marcello sostiene un pan con cuatro calaveras. Una imagen muy reveladora |
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Andréa Ferréol y Philippe Noiret. En la película contraen matrimonio pero Andrea no deja de acostarse con los cuatro amigos delante de Philippe | | | |
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Ugo el chef da de comer a Michel, que ya está a punto de morir, en presencia de Philippe |
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Me gusta el cine y me gustan los coches. Así que esta sección tratará de rescatar aquellos automóviles que se convierten en protagonistas inolvidables de algunas películas que más o menos, todos tenemos en la memoria. En La grande bouffe o La gran comilona, el clásico deportivo Bugatti 37 tiene protagonismo desde el comienzo. Marcello está maravillado por este clásico de carreras y no para hasta conseguir repararlo, ponerlo en marcha y darse unas vueltas con él. Además, es el coche en cuyo interior decide morir.
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Marcello Mastroianni y Andréa Ferréol en el Bugatti 37 |
El Bugatti 37 es una evolución del Bugatti 35, el más exitoso de los diseños de la marca francesa, presentado en el Grand Prix de Lyon en 1924 El Bugatti 37 se alzó con la victoria en varias carreras como la Targa Florio, los Grandes Premios de Francia, Italia, España, Alemania, Checoslovaquia y Mónaco, el clásico Montecarlo y fue conducido por los pilotos más famosos de la época, como Bartolomeo Constantini, Jules Goux, Emilio Masterassi, Louise Chiron, Albert Divo o René Dreyfus.
Todavía en la actualidad, el Type 37, es uno de uno de los modelos más codiciados entre coleccionistas del motor. Bajo el lema Nada puede ser demasiado hermoso, nada puede ser demasiado costoso el constructor Ettore Bugatti diseñó desde 1909 modelos de lujo en la zona de Alsacia, más concretamente en la localidad de Molsheim, por aquella época perteneciente al imperio alemán. Diseñaron, entre otros, el magnífico Bugatti Royale Type 41 Aunque es una marca francesa, Bugatti pertenece en la actualidad al grupo Volkswagen. La grande boufee es una película donde se puede observar la belleza del Bugatti Type 37 en todo su esplendor. A continuación la película completa en versión original, subtitulada:
Que sección ta interesante, aunque a mi los coches no me dicen nada... pero otra cosa son los coches de película.
ResponderEliminarUna película extraordinaria, hace mucho que la vi pero aún conservo la impresión que me causó.
Un abrazo!!
conocía esta película pero ahora la voy a mirar. cuando tenga un ratito libre le doy al play.
ResponderEliminargracias por celebrar el primer aniversario del blog conmigo.
saludos
Sí, Luna llena. La verdad es que imnpresiona y tiene cierto toque surrealista que me gustó. Gracias por pasar. Abrazos.
ResponderEliminarGracias a ti Karin y felicidades. Este aniversario vendrá seguido de muchos otros. Abrazos.
ResponderEliminarEsta sección promete... Todo lo que sea de películas, gusta. Eso sí, en los coches yo no me fijo nunca, soy un desastre.
ResponderEliminarEl cine es una excusa en este caso. Los automóviles es uno de mis temas favoritos. Gracias por pasar, Roberto.
EliminarEn esta película hubiera encajado como un guante aquel personaje de la película de los Monty Python's, "El sentido de la vida", que revienta literalmente en un restaurante de tanto comer.
ResponderEliminarSí, yo creo que ahí tenemos que buscar algo de inspiración. Tambiçen tendríoan que haber invitado al de "Seven" el del pecado de la Gula jeje. Gracias por pasar Cahiers. Abrazos.
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