Arturo Fernández (Mario) y Alberto Dalbés, en el momento final de la película |
Aprovechando que el último número de la revista digital La Caja de Pandora revisaba ampliamente el cine español, me dio por zambullirme en la aventura de continuar descubriendo aquellas películas curiosas que allá por los ocasionalmente fructíferos años sesenta se filmaron por estos lares y de este modo, aunque también movido por mi particular debilidad hacia el cine negro, llegué hasta El salario del crimen, película que en 1964 dirigiría el madrileño Julio Buchs con guión de José F. Alonso Oriba y que representa un avance más del género en nuestro país. La película goza de un brillante argumento, un comienzo trepidante y un buen ritmo que, no obstante, decae solo en algunos instantes, bien por algunas escenas grises y sin importancia que empañan la historia o bien por algún giro inesperado en la personalidad en alguno de los personajes principales. Pero, aún así, estamos ante un buen trabajo, ejemplo de la evolución que, en menos de quince años, obtuvo el género noir en nuestro país, salvando barreras tan "infranqueables" (nunca mejor dicho) como la censura de la dictadura.
Redada policial encabezada por el comisario, José Bódalo |
Mario (Arturo Fernández) es un policía entregado a su trabajo, hijo de un comisario que resultó asesinado en acto de servicio y por ello, ligado a un sentimiento de venganza que su jefe, José Bódalo, intenta apaciguar. En una primera escena espectacular, Mario y sus compañeros (entre los que se encuentra Manuel, Manuel Alexandre) intentan atrapar a un delincuente (Alberto Dalbés), en el interior de una casa. Pero el delincuente hiere mortalmente a uno de los policías y consigue darse a la fuga. Este nuevo asesinato, resucitará en Mario los viejos fantasmas de la muerte de su padre y le hará implicarse de manera casi obsesiva en el caso. Durante la investigación, Mario visita un establecimiento con su compañero Manuel, lugar donde conoce a Elsa (Françoise Brion), femme fatale (el personaje menos convincente de la película) de la que caerá inmediatamente fascinado. Mario sustituye su obsesión laboral por esta otra de caracter más carnal.
Arturo Fernández y Françoise Brion |
En los primeros momentos que Mario pasa junto a Elsa, somos testigos de una de las escenas más interesantes de la película, ejemplo de cómo Julio Buchs logra despistar la censura franquista, sin mostrar nada y contándolo todo. Esta escena transcurre en el apartamento de Elsa. Están en el dormitorio, en la cama. La cámara es subjetiva, los espectador somos Mario. Con un inteligente movimiento nos muestra toda la habitación, la cama revuelta, el humo de los cigarrillos, los brazos de Mario y la ventana abierta. Sin mostrar nada, hemos sido testigos del primer encuentro sexual de estos dos personajes.
Mario (Arturo Fernández) y Elsa (Françoise Brion) |
La historia sigue su curso. Mario intenta luchar contra esa fatal atracción que Elsa despierta en él pero, no solo es incapaz sino que comienza a entrar en su juego, a ceder a su mundo, a sus caprichos y a su continua demanda de dinero. Mario es arrastrado, casi imperceptiblemente, con una lenta caída en la que Buchs nos va retratando inteligentemente la decadencia del personaje, acabando, definitivamente, al otro lado de la ley. Un inesperado giro dramático, una brillante vuelta de tuerca sorprende al espectador y vemos cómo, efectivamente, detrás de Elsa se escondía el escurridizo delincuente, asesino de su compañero, con el que comenzó la historia.
Manuel Díaz González, en el papel de cajero de banco que intenta chantajear a Mario. |
Arturo Fernández cumple sobradamente las exigencias de personaje y guión en su papel de Mario. Explota al máximo su frecuente condición de galán, mezclándola con la dureza propia de un tipo herido por el pasado (en este caso, la muerte de su padre) que se deja arrastrar por el mundo de corrupción con el que habitualmente se codea. De igual manera José Bódalo, siempre brillante y Manuel Alexandre, como compañero de Mario completan con el villano, Alberto Dalbés, un ramillete de sobresalientes acutaciones. La música es estupenda, como siempre en los casos del cine negro español , con destellos jazzísticos importantes y corre a cargo de José Solá. La fotografía, acertada aunque sin excesivos adornos, de Antonio Macasoli. Tenemos en El salario del crimen una película negra, de fuerte influencia del cine francés, un avance interesante sobre lo que el género noir ofreció en nuestras salas.
No conocía este título, Marcos, y tomo nota, porque además Bódalo y Alexandre me parecen de lo mejor que ha habido en el cine español.
ResponderEliminarMe encanta descubrir películas en tu desván. Besos.
Las fronteras del cine negro son tenues, pero es más fácil identificar una película como "de intriga criminal" o como "cine policíaco". En este caso, creo que estamos en cualquiera de estos dos supuestos, y no ante una película de cine negro.
ResponderEliminarMás allá de la frecuente presencia de policías o detectives en sus tramas, el cine negro se define por una respuesta a un entorno social, haciendo hincapié en la desesperación de los personajes y en la predestinación, en la inutilidad de sus decisiones para influir en un destino ya marcado por otros. No todo el cine de intriga, no todas las películas policíacas, como esta, son cine negro. Muy al contrario, en algunos de los grandes clásicos del género no se ve un policía o un detective ni de lejos.
Un abrazo
bódalo, como siempre, está inmejorable, igual que Alexandre. No es una película que destaque demasiado pero merece la pena cverla. Gracias Clementine.
ResponderEliminarAquí, el personaje de Arturo Fernández sí está desesperado y se ve arratrado pero quizá de manera demasiado romántica. Desde luego, el entorno social del que hablas está diluído, practicamente no existe. Un abrazo 39
Resulta curioso ver a Arturo Fernández, el eterno galán maduro que intenta ligarse a Lina Morgan, en una película del género negro. Bódalo sí que solía hacer papeles de comisario.
ResponderEliminarNo conozco esa película, intentare verla pero me gustaría recomendarte algunas de las películas "negras" que se hicieron por esos años en Barcelona, creo que la mejor es "Distrito quinto". Abrazos, Marcos. Borgo.
La apunto Miquel, al igual que otras opciones que he encontrado por la red. Realmente hubo muchos intentos por hacer cine negro en el cine español y algunos, como dice 39escalones, quedaron meramente en cine de intriga y no cine negro. Un abrazo, Miquel.
ResponderEliminarDesconocía totalmente la existencia una escena de cine noir en la españa franquista, gracias por descubrirmela!!!!
EliminarMerece la pena indagar en la historia de nuestro cine y hay varios intentos de aproximamiento al género negro. Un abrazo, Mario, gracias por pasar.
ResponderEliminarVaya..., que sorpresa, no tenía ni idea de esta película. Parece que tiene todos los ingredientes del cine negro: trama policíaca, relación con una mujer fatal que arrastra al hombre a la perdición... Sólo me queda una duda para dilucidar si es negra o policíaca... Se ve el trasfondo social (policía, justicia...) de la época??? O por la dictadura esta cuestión queda soslayada...
ResponderEliminarLos actores son buenos, incluso el galán. A ella no la conozco.
Me hubiera gustado escuchar la música.
Besicos!!
Hola Laura. Realmente eran años difíciles para reflejar en el cine la realidad vivida en la sociedad de aquella época y aspirar, a lla vez, que la película pasara la censura. Lo más que podían hacer era esquivarla con giros rebuscados de la trama, intentar dar un reflejo final de esa realidad pero sin mostrar nada claro. En ese apsecto hay películas mejores que esta. El trasfondo social queda muy diluído, casi imperceptible. El rasgo que más se acerca al cine negro es el personaje de Mario que se ve arrastrado por la mujer fastal y por un destino que mno puede evitar. Besicos.
ResponderEliminarHola Marcos, estaba un poquito alejada, pero aqui de nuevo, me alegra saber de ti y disfrutar de tus interesantes entradas.
ResponderEliminarun abrazo
Aquí estampos de vuelta, Mery. Gracias pro volver. Besicos.
ResponderEliminarUn título poco conocido (al menos para mí). Y con José Bódalo nuevamente de comisario de policía... Habrá que echarle el guante más temprano que tarde. Gracias por dárnoslo a conocer.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me encanta tu noble afición al cine que comparto y como lo desarrollas en tu página...así como tu última poesía del post anteriror...un abrazo muy fuerte de azpeitia
ResponderEliminarJosé Bódalo y Alexandre, de lo mejor de la película. Una obra discreta pero merece la pena. Un abrazo, Kinezoe.
ResponderEliminarGracias amigo Azpeitia por tus amables palabras. Un fuerte abrazo.
Gracias por regresar para compartir palabras...¡ Aprendo tanto contigo!
ResponderEliminarUn abrazo grande.
Gracias a ti, Laura por acompañarnos también en este desván. Que tu descanso te esté siendo productivo. Besicos.
ResponderEliminarGran sección, Marcos. Siempre hay películas por descubrir...
ResponderEliminarSiempre, siempre, Roberto... Se encuentra cada joyita navegando... Un abrazo
ResponderEliminarNo sólo no la he visto...Es que no me sonaba de nada. Ni la conocía.
ResponderEliminarUn saludo.
Un descubrimiento para mí que me encanta el género y también resucitar películas clásicas españolas, por tanto, muchas gracias, Marcos.
ResponderEliminarP.D.: firmado y dedicado, sale hoy...
Bueno David, yo recibí una grata sorpresa con esta película. Saludos.
ResponderEliminarPues muchas gracias a ti, Ethan por pasar y por esa dedicatoria. En cuanto lo tenga te digo. Un abrazo.
No la he visto. Suena interesante, aunque Arturo Fernández no es de mis actores favoritos.
ResponderEliminarUn beso
Aquí, Arturo Fernández, no hace "el papel de siempre". Eso es, normalmente, lo que le pierde, siempre estuvo encasillado. Gracias por pasar. Besos.
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