Desde un edificio en llamas, a través del fuego,
con los ojos abiertos ante el humo más negro ,
rebosando lunas rotas de cristales llenos
de reflejos insondables que no reconozco,
que no reflejan, ese hombre que soñaba ser.
Desde caverna o región por el sol desleída,
atravieso cariátides, cuerpos exánimes,
corazones exangües con saetas que laten.
Allí donde el desierto es, a un tiempo, sosiego
y es incertidumbre, como el mar abierto, cierro
todos mis pasos. Te admiro. He llegado a ti.
Sereno, en el templo donde ya no existe el tiempo,
contemplo tu estatua, sin error, inmaculada,
sin huella en la piel del cincel que te acariciaba.
En esta ciudad de estatuas sin alma, mi mano
moldea tu inmovilidad y enciende tus ojos.
Serena, apagas las luces del templo, me abrazas.
Despierto. En esta ciudad hundida sobre el barro
sólo he sido Pigmalión, mi Galatea; tan sólo
he cerrado el desierto al mar abierto de sal.
Arena en mis zapatos y un sueño que contar.
En el blog de Laura Uve (U-topía) se dedicó esta entrada que recomiendo al mito de Pigmalión y Galatea. Yo recordé este poema que acabo de publicar aquí y que terminé hace pocas semanas.
Y mañana a las 21:30 en la Campana de los Perdidos (C/ Prudencio, 7), se celebrará el segundo Slam poetry en el que participaremos gustosamente. Nos vemos!
Ay! Qué agradable sorpresa... gracias!!
ResponderEliminarAndaba leyendo con calma tu poema y cuando llego al final, encuentro tu referencia. Iluminas mi recién iniciada mañana, sobre todo con tu poema que es hermoso y lleno de imágenes sugerentes...
Mi preferida..............
Que el desierto sea sosiego e incertidumbre como el mar abierto... hmmm... bello de verdad... y atrevido.
Cerrar los pasos, has llegado a ella, has llegado a puerto.
Una maravilla, igual que esas referencias mitológicas en las que nos hemos encontrado.
Felicidades Marcos!!
Besicos...
Buen poema de tema mitológico, hoy las estatuas están dormidas, para siempre. Un abrazo!
ResponderEliminarPreciosa tu visión sobre el Pigmalión y su Galatea, Marcos. El poema respira amor, admiración y misterio.
ResponderEliminarUn beso
Maravilloso. "Sin huella en la piel del cincel que te acariciaba"... me encanta. Besos, Marcos.
ResponderEliminarMe encanta.
ResponderEliminarA ver si me puedo pasar mañana, aunque lo tengo difícil...
Me alegra mucho que te haya gustado, Laura. Tú me lo recordaste con tu entrada. Besicos.
ResponderEliminarSí, para siempre. ¿Qué pdríamos hacer para resucitarlas? Gracias por pasar y hasta mañana. Besos.
Eres muy amable, Myra, muchas gracias. Besos.
Me alegro Clementine. Gracias por quedarte con ese verso. Besos.
Si no puedes no te preocupes. Ya buscaremso hueco la semana que viene. Un abrazo, amigo roberto.
"Arena en mis zapatos y un sueño que contar", vuelve al principio,que no es el final.
ResponderEliminarUn beso
Gracias y bienvenido Jonhan. Espero que hayas venido para quedarte y que en este desván donde se pretende detener el tiempoi, te sientas como en casa. Un abrazo.
ResponderEliminarConfluencia de olas y dunas, sal y arena, mar y desierto, y en medio la obra en piedra y fuego y cincel, el abrazo de esa cariátide que cobra vida en las manos del artista. Bello poema, Marcos. Un abrazo.
ResponderEliminarCómo lo describes... aún me gusta más ahora, Juan jejeje. Muchas gracias y un fuerte abrazo.
ResponderEliminarYo me quedo con "He cerrado el desierto al mar abierto de sal" un fragmento muy hermoso aunque todo el poema lo es también.
ResponderEliminarMuy interesante tu artículo sobre El resplandor. Ignoraba que se editara en España con ese título. Pomaire editó otra novela de King -Salem´s Lot- con el título "La hora del vampiro".
Abrazos. Borgo.
Siempre se aprende algo nuevo. Yo no conocía el "otro título" de "Salem's lot" Gracias por pasar amigo Miquel. Un abrazo.
ResponderEliminarHay tiempos como este en los que pareciera que solo las cariátides tienen alma.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho Marcos. Veo que siempre andas queriendo parar el tiempo :)
ResponderEliminar"Sereno, en el templo donde ya no existe el tiempo,"
Un abrazo.
Y se encuentra más humanidad en los ojos de algunas estatuas, es verdad Alma. Besos y gracias por pasar.
ResponderEliminarHola Jon. Siempre parar el tiempo es una obsesión, supongo, que en cualquier ser humano. Gracias por pasar y comenbtar. Un abrazo.
Preciosos y sugerente poema, Marcos. Un placer volver a leerte.
ResponderEliminarUn placer volverte a tener por aquí, Anaís. Mil gracias por venir. Besos.
ResponderEliminarPues yo me quedo con el verso final: "Arena en mis zapatos y un sueño que contar."
ResponderEliminar¿Y esa estatua tan bella? ¿De quién es?
Un beso
Pues, aunque representa a Galatea en brazos de otro personaje mitológico, no sé decir quién es su autor ni dónde se encuentra. Yo la encontré haciendo rastreo en la red. Besos Elvira, gracias por pasar.
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